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miércoles, marzo 23, 2011

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Hija de los cielos





La mano se desliza por el vientre terso, sus dedos acarician la vida que crece en su interior, sus labios le susurran palabras de amor, sus ojos anhelan una visión, su nariz percibe tiernos aromas, sus oídos escuchan el latido de su corazón… Leia…

lunes, marzo 14, 2011

"El reino de los amordazados"

Erase una vez un rey con la boca muy grande y el reino muy pequeño. Su voz traspasaba los gruesos muros del castillo disfrazada de órdenes y decretos reales. Su monótona voz era ley, y con ella apagaba el rumor que ascendía del laberinto de callejuelas, que a sus pies, daban forma a la ciudad principal de su minúsculo reino moral.

Aldeas y ciudades silenciadas por la sumisión practicada a lo largo de siglos de servidumbre, mustias tabernas en la que los temas de conversación giran alrededor de la práctica de deportes populares. Aburridos mercados en los que imperaba el abusivo importe de los impuestos.
Las gentes embozadas merodean por las calles absortas en sus quehaceres cotidianos. Sus orejas destacan en el rostro recortado por los típicos gorros de la región.

Era de obligado cumplimiento escuchar al rey de inmensa dentadura, replicado por plazas y mercados en voz de sus pregoneros.
Estaba prohibido protestar en voz alta, incluso era censurable pensar en la posibilidad de cuestionar al rey.

Nadie podía mudarse sin licencia real, el castigo ante la desobediencia, el más duro.

La guardia secreta del soberano atemorizaba con su anonimato a los ciudadanos. Ellos señalaban con el dedo y la guardia real (de negra armadura) detenía y retenía a su antojo.
Celebre fue la fama del castillo de los lamentos.

-Pobre de ti…

-Pobre de ti…

Cantaba por lo bajo la mujer mientras el reo de ojos desorbitados era empujado hacía el centro de la callejuela.
Los niños del pueblo llano nacían hablando con fluidez, en la lengua de sus antepasados libres… Muchas madres ocultaban a los niños varones para que no fueran censados.

Los adultos enmudecían postrados ante el poder que solo se sustenta en el miedo.

Los reyes nacían sin el don de la palabra, ni la virtud de la justicia.

No había esperanza para los desheredados, nadie la encontraba por ninguna parte, ni en el recinto amurallado, ni en los bosques cercanos.
Amaneció como cualquier otro día, la voz del rey aumentando los impuestas y pidiendo soldados para su guerra.
Cambió la dirección del viento predominante, aire fresco que trasportaba un mensaje claro.

-¡Iros!

El rey mandó a la guardia negra en pos del mito de un viento subversivo que osaba inculcar en el pueblo llano extrañas ideas de emancipación.

-Coged alimento para un invierno y marchar a las lejanas montañas del norte, susurraba el aire fresco al oído de las gentes humildes.

Capitanes y mayorales de la guardia negra recorrían el reino interrogando y maltratando a todo el que no sabía dar información del paradero de tan escurridizo mito.

-Con la luna nueva os alzareis de vuestros hogares que no os pertenecen por ley, y marchareis al abrigo de la noche que será vuestra aliada.

Las noticias sobre un desastre militar en el sitio de la principal fortaleza enemiga desvió la atención del monarca hacía sus fronteras del sur. La guardia negra fue llamada, reagrupada y mandada en ayuda de las tropas regulares del rey.
La luna nueva se alzó en el cielo nocturno como una luz de esperanza.

-Es la hora…

A semejanza de las hormigas, formaron estrechas filas que partían de los hormigueros reales en dirección norte, apuntando a la lejana cordillera que marcaba la frontera natural del reino de su para nada graciosa majestad.

-No miréis atrás… Vuestros hijos en el ejército se reunirán con vosotros…

La guardia negra estaba integrada por los hijos y favorecidos de la clase noble del pequeño reino. En las guerras, eran sacrificados los jóvenes sin ascendencia social, reclutados a la fuerza y encuadrados en las tropas regulares, mal equipadas y mínimamente entrenadas. Estas fuerzas eran comandadas por capitanes de la guardia negra. Un capitán, cincuenta hombres.

-La tierra prometida es áspera y dura… Pero nadie os robara, ni a vuestros jóvenes hijos, ni a vuestra libertad.

La guardia de negra armadura llegó por fin a la frontera del sur, al amanecer del segundo día de marcha. El campamento de las tropas regulares ofrecía un extraño aspecto. Lejanas figuras solitarias salían de las tiendas de los capitanes, el sol naciente mostraba fuegos abandonados, y rusticas tiendas de campaña que se mecían lentamente con el viento que susurraba al oído de los humildes.

-Los barreré como solo el viento sabe hacer con la hojarasca…

Ríos humanos ascendían por las montañas mientras ríos de agua descendían de ellas.

En el viejo castillo el rey llamaba a los escasos sirvientes que se quedaron presas del miedo. Su guardia personal calculaba cuanto trabajo tendrían que asumir ellos mismos, tareas indignas para su estatus social.
En todas las casas fuertes del reino, se repetía la misma escena a menor escala…

La guardia negra fue duramente derrotada en la retirada a sus propias fortalezas… La ofensiva se torno en derrota…

El rey de boca grande aulló desesperado antes de huir hacía el norte, sus aldeas y villas sin moradores se ofrecían así al enemigo externo…

Fue el fin de una época…

Erase una vez un rey con la boca muy grande y el reino muy pequeño. Su voz traspasaba los gruesos muros del castillo disfrazada de órdenes y decretos reales. Su monótona voz era ley, y con ella apagaba el rumor que ascendía del laberinto de callejuelas, que a sus pies, daban forma a la ciudad principal de su minúsculo reino moral.

Aldeas y ciudades silenciadas por la sumisión practicada a lo largo de siglos de servidumbre, mustias tabernas en la que los temas de conversación giran alrededor de la práctica de deportes populares. Aburridos mercados en los que imperaba el abusivo importe de los impuestos.
Las gentes embozadas merodean por las calles absortas en sus quehaceres cotidianos. Sus orejas destacan en el rostro recortado por los típicos gorros de la región.

Era de obligado cumplimiento escuchar al rey de inmensa dentadura, replicado por plazas y mercados en voz de sus pregoneros.
Estaba prohibido protestar en voz alta, incluso era censurable pensar en la posibilidad de cuestionar al rey.

Nadie podía mudarse sin licencia real, el castigo ante la desobediencia, el más duro.

La guardia secreta del soberano atemorizaba con su anonimato a los ciudadanos. Ellos señalaban con el dedo y la guardia real (de negra armadura) detenía y retenía a su antojo.
Celebre fue la fama del castillo de los lamentos.

-Pobre de ti…

-Pobre de ti…

Cantaba por lo bajo la mujer mientras el reo de ojos desorbitados era empujado hacía el centro de la callejuela.
Los niños del pueblo llano nacían hablando con fluidez, en la lengua de sus antepasados libres… Muchas madres ocultaban a los niños varones para que no fueran censados.

Los adultos enmudecían postrados ante el poder que solo se sustenta en el miedo.

Los reyes nacían sin el don de la palabra, ni la virtud de la justicia.

No había esperanza para los desheredados, nadie la encontraba por ninguna parte, ni en el recinto amurallado, ni en los bosques cercanos.
Amaneció como cualquier otro día, la voz del rey aumentando los impuestas y pidiendo soldados para su guerra.
Cambió la dirección del viento predominante, aire fresco que trasportaba un mensaje claro.

-¡Iros!

El rey mandó a la guardia negra en pos del mito de un viento subversivo que osaba inculcar en el pueblo llano extrañas ideas de emancipación.

-Coged alimento para un invierno y marchar a las lejanas montañas del norte, susurraba el aire fresco al oído de las gentes humildes.

Capitanes y mayorales de la guardia negra recorrían el reino interrogando y maltratando a todo el que no sabía dar información del paradero de tan escurridizo mito.

-Con la luna nueva os alzareis de vuestros hogares que no os pertenecen por ley, y marchareis al abrigo de la noche que será vuestra aliada.

Las noticias sobre un desastre militar en el sitio de la principal fortaleza enemiga desvió la atención del monarca hacía sus fronteras del sur. La guardia negra fue llamada, reagrupada y mandada en ayuda de las tropas regulares del rey.
La luna nueva se alzó en el cielo nocturno como una luz de esperanza.

-Es la hora…

A semejanza de las hormigas, formaron estrechas filas que partían de los hormigueros reales en dirección norte, apuntando a la lejana cordillera que marcaba la frontera natural del reino de su para nada graciosa majestad.

-No miréis atrás… Vuestros hijos en el ejército se reunirán con vosotros…

La guardia negra estaba integrada por los hijos y favorecidos de la clase noble del pequeño reino. En las guerras, eran sacrificados los jóvenes sin ascendencia social, reclutados a la fuerza y encuadrados en las tropas regulares, mal equipadas y mínimamente entrenadas. Estas fuerzas eran comandadas por capitanes de la guardia negra. Un capitán, cincuenta hombres.

-La tierra prometida es áspera y dura… Pero nadie os robara, ni a vuestros jóvenes hijos, ni a vuestra libertad.

La guardia de negra armadura llegó por fin a la frontera del sur, al amanecer del segundo día de marcha. El campamento de las tropas regulares ofrecía un extraño aspecto. Lejanas figuras solitarias salían de las tiendas de los capitanes, el sol naciente mostraba fuegos abandonados, y rusticas tiendas de campaña que se mecían lentamente con el viento que susurraba al oído de los humildes.

-Los barreré como solo el viento sabe hacer con la hojarasca…

Ríos humanos ascendían por las montañas mientras ríos de agua descendían de ellas.

En el viejo castillo el rey llamaba a los escasos sirvientes que se quedaron presas del miedo. Su guardia personal calculaba cuanto trabajo tendrían que asumir ellos mismos, tareas indignas para su estatus social.
En todas las casas fuertes del reino, se repetía la misma escena a menor escala…

La guardia negra fue duramente derrotada en la retirada a sus propias fortalezas… La ofensiva se torno en derrota…

El rey de boca grande aulló desesperado antes de huir hacía el norte, sus aldeas y villas sin moradores se ofrecían así al enemigo externo…

Fue el fin de una época…

martes, marzo 01, 2011

"Colapso planetario"

Colapso planetario


Cuadro  que surgió de las lecturas juveniles de las obras literarias de Isaac Asimov, la pequeñez del concepto humano frente a la inmensidad del cosmos.  La perpetua intriga humana, en cualquier modelo de sociedad,  buscando  acaparar la mayor cota de poder posible entre sus semejantes.
La inquietante probabilidad matemática de la existencia de  otras culturas en el universo, no necesariamente benévolas con nosotros.
Las amenazas  de fondo que señalan a la vida en nuestro minúsculo planeta como si de algo muy frágil se tratara.  Agujeros negros, antimateria, asteroides, cometas que varían sus trayectorias atraídos por la gravedad de los grandes planetas.
Somos hormigas perdidas en el pavimento de la A-66, punto kilométrico 34.5, grandes ruedas amenazan nuestro mundo y nosotros ni nos percatamos, perdidos en nuestros quehaceres cotidianos.


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