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domingo, marzo 17, 2013

95ª Entrega

El lobGallego.


“Accioné la manilla, la cerradura obedeció y pasé al amplio dormitorio. Lo primero en lo que me fije fue en la ausencia de mi padre. Abracé a mi madre.” 

 - Que pena hijo... Toda la vida luchando por sus hijos y se ha visto condenada a ver y sufrir como estos se pelean por negocios.

 - Lo que importa -intenté consolar a mi madre- es que fue una gran mujer que supo criar sin ayuda a sus hijos, que les dio la educación que pudo, y que les facilitó un medio para ganarse la vida. No olvides que derrochó ingentes cantidades de cariño con sus nietos y no descuido ni a sobrinos, ni a allegados. Además, supo controlar hasta cierto punto temas escabrosos, lidiando con figuras que giraban alrededor de su vida de una manera preocupante.

 “El consuelo habita en la otra orilla del gran cauce de la vida. Se ve tan lejano en el horizonte, que resulta increíble poderlo obtener. Un hijo consuela a su madre por la perdida de la abuela, al mismo tiempo que le recuerda sin querer, que algún día, todos embarcaremos en ese postrero barco, sin tener ni la más remota idea de a quien dejaremos desconsolados en la otra orilla.”

 - Siempre me llamaba en verano para que os mandara ha pasar las vacaciones escolares con ella... y yo le decía que teníais que repartiros con los otros abuelos...

 “Se echó ha llorar, yo la apreté más contra mí en un vano esfuerzo por transmitirle la vitalidad que solo se tiene a los veinte años. Me sentí fatal, ya que en el fondo de mi turbia alma de hijo desagradecido, se arremolinaban preguntas que estaban al margen de su dolor.”

 - Tú lo hacías como debe ser, no existía otra opción que no fuera el reparto... 

 “Deshicimos el abrazo con un par de besos, ella siempre supo de mi admiración por la abuela y supongo que eso tiene que reconfortar a una madre. La línea afectiva no se veía interrumpida en lo más mínimo por la muerte. Los sentimientos quedaron grabados en el tiempo pasado y su luz sería lo último que verán mis ojos.”

 - Ya sé que no es el momento de hablar de ciertos asuntos, pero hay una cosa que no entiendo, ¿Qué hacían Antonio y Raquel en la casa, comportándose como sí ya fuera de ellos?




“Accioné la manilla, la cerradura obedeció y pase al amplio dormitorio. Lo primero en lo que me fije fue en la ausencia de mi padre. Abracé a mi madre.” - Que pena hijo... Toda la vida luchando por sus hijos y se ha visto condenada a ver y sufrir como estos se pelean por negocios. - Lo que importa -intenté consolar a mi madre- es que fue una gran mujer que supo criar sin ayuda a sus hijos, que les dio la educación que pudo, y que les facilitó un medio para ganarse la vida. No olvides que derrochó ingentes cantidades de cariño con sus nietos y no descuido ni a sobrinos, ni a allegados. Además, supo controlar hasta cierto punto temas escabrosos, lidiando con figuras que giraban alrededor de su vida de una manera preocupante. “El consuelo habita en la otra orilla del gran cauce de la vida. Se ve tan lejano en el horizonte, que resulta increíble poderlo obtener. Un hijo consuela a su madre por la perdida de la abuela, al mismo tiempo que le recuerda sin querer, que algún día, todos embarcaremos en ese postrero barco, sin tener ni la más remota idea de a quien dejaremos desconsolados en la otra orilla.” - Siempre me llamaba en verano para que os mandara ha pasar las vacaciones escolares con ella... y yo le decía que teníais que repartiros con los otros abuelos... “Se echó ha llorar, yo la apreté más contra mí en un vano esfuerzo por transmitirle la vitalidad que solo se tiene a los veinte años. Me sentí fatal, ya que en el fondo de mi turbia alma de hijo desagradecido, se arremolinaban preguntas que estaban al margen de su dolor.” - Tú lo hacías como debe ser, no existía otra opción que no fuera el reparto... “Deshicimos el abrazo con un par de besos, ella siempre supo de mi admiración por la abuela y supongo que eso tiene que reconfortar a una madre. La línea afectiva no se veía interrumpida en lo más mínimo por la muerte. Los sentimientos quedaron grabados en el tiempo pasado y su luz sería lo último que verán mis ojos.” - Ya sé que no es el momento de hablar de ciertos asuntos, pero hay una cosa que no entiendo, ¿Qué hacían Antonio y Raquel en la casa, comportándose como sí ya fuera de ellos?


Arte inconformista.

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