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viernes, octubre 29, 2010

31ª entrega

El lobo Gallego.

- Mira “primo” no te lo tomes como algo personal, es simplemente una cuestión de principios.
Si hubieras venido de paisano y con tu coche particular, no tendría ningún reparo en que nos llevaras.
Pero de esta manera no me queda mas remedio que ir pensando en desayunar algo, y buscar un taxi.

- ¿Y tú que opinas? –-Se dirigió a Carlos, que parecía haberse recuperado ya de la sorpresa originada en él, gracias a mi poca podríamos decir, diplomacia-
- Pues bueno... -Dudó un rato-... Teniendo en cuenta que he pasado el mal trago de este viaje con él, y que más o menos convergen en el mismo punto nuestras opiniones respecto a este asunto en concreto, creo que yo también pienso en la posibilidad de un taxi.
“Maxi en esos momentos parecía a punto de estallar en innumerables pedazos.”
- No me esperaba este desprecio por tu parte... -La ira inmensa que le ofuscaba sin tregua, no le dejaba articular correctamente las palabras-... De este es posible, -me miró ceñudamente- pero tú me has defraudado. Ya nos veremos.

“Dio medía vuelta y prácticamente marcando el paso de la oca abandono el compartimiento.
Carlos y yo nos quedamos mirando fijamente la puerta abierta.
Transcurridos unos minutos en total silencio por nuestra parte, me puse la cazadora de cuero, me enfunde las botas, recogí y cerré mi mochila, para abandonar aquel habitáculo sin mirar siquiera si me dejaba algo.
El pasillo lateral del vagón aparecía despejado de viajeros. ¿Dónde estaba el bullicio del tren al llegar a la última estación? ¿Cuánto tiempo llevaba aquel tren parado mientras dormíamos?
Dio medía vuelta y prácticamente marcando el paso de la oca abandono el compartimiento...

Página 41.

sábado, octubre 23, 2010

Nostalgia

                                                Nostalgia                                                            


Los rayos de Sol reflejados en las motas de polvo en suspensión brillaban efímeros pero con intensidad. Las baldosas de color terroso de la cocina estaban tibias al tacto, su superficie se ofrecía rugosa, olía a guiso en lenta ebullición. Las plantas del balcón se preparaban para el otoño, ofreciendo una completa paleta de colores.

El muchacho observaba todo lo que le rodeaba desde un ángulo de visión situado a ras del suelo. De esta manera acercaba sus ojos a objetos que en estado erguido se le antojaban lejanos y empequeñecidos. Las patas de la gran mesa y sus cuatro sillas ofrecían su verdadera dimensión allí, tumbado en el suelo.

La perrita de nombre KUKI, acudió rauda a lamer la cara de su compañero de juegos iluminada por el tenue resplandor del sol de aquella tarde de finales de verano.

La atmosfera en aquella gran cocina era una verdadera obra impresionista en movimiento.

La tibieza de las baldosas traspasaba la fina camiseta del muchacho, la sensación era de completa relajación.

Cobraba consciencia del paso del tiempo, y lo que antes en su joven existencia se le antojaba inamovible, ahora lo percibía como volátil y efímero.

Las figuras paterna y materna se recortaban a contraluz de las puertas del balcón.

Ya no parecían eternos.

Su mundo se tambaleo por primera vez, la cimentación sufrió un duro revés.

El sol seguía brillando en su trono, las motas de polvo marcaban su propio ritmo de sedimentación mecidas por la suave brisa que se colaba por las puertas abiertas de la balconada. Los progenitores trajinaban en la cocina, desde su ángulo de visión todo eran patas. Unas estáticas, otras en movimiento, pero ofreciendo todas ellas una hermosa coreografía a sus ojos.

KUKI intentaba conseguir su botín culinario del día pidiendo he insistiendo, rascando para ello las piernas de los padres. Fue recriminada verbalmente y ella se alejo con su vianda en las fauces.

Percibió el movimiento como un marcador de la realidad, realidad efímera condicionada por el paso del tiempo. Creyó entender por un momento que no es el tiempo el que pasa, sino las cosas y seres que se mueven o son movidas. El tic, tac del reloj atrajo su atención, el segundero se movía mientras el tiempo descansaba.

Su joven mente necesito tiempo para digerir el hecho de que él también se movía, ¡Y cuanto!

¿Sera que nuestro movimiento marca nuestro destino? –se pregunto-

¿Qué hacer?

Conservar aquella imagen como un tesoro, poniéndola a salvo por el momento del fatídico paso del tiempo. O mas bien intentar proyectarla más allá del alcance del mismo, convirtiéndola en un puntito brillante en el cielo.

Un nuevo lametón de KUKI en la cara le hizo enfocar la vista en los brillantes ojos de la perra, se vio reflejado en ellos y por un momento sintió una extraña sensación de estar en comunión total con el animal. El cariño que sentía por ella se acrecentó exponencialmente.

Juro recordar aquella imagen sensorial hasta el último de sus días.

Percibió el movimiento como un marcador de la realidad, realidad efímera condicionada por el paso del tiempo....

viernes, octubre 22, 2010

30ª entrega

- De la misma manera que yo no te recogería en la estación de San Sebastián, para luego llevarte a tomar algo en ciertos ambientes, te pido a ti lo mismo...
“Intentó cortarme la palabra... Pero insistí.”

 
- ... prefiero mil veces, hacerme el camino de Santiago descalzo, que pasar una sola hora en tu gran coche patrulla...

 
- ¿Estas seguro?

 
- Por supuesto que estoy seguro... De hecho, es una de las pocas cosas que tengo claras ahora mismo.

 
“Carlos me miraba con ojos de alucinado, a pesar de que yo sabia de sobra que sus escrúpulos hacía Maxi y su coche, eran tan intensos por lo menos como los míos. Quizá me pase de rosca y no obre con la diplomacia requerida, que exigía aquella tensa y absurda situación. ¡Pero que cojones! La única manera de que un servidor entrara en un coche patrulla era esposado".


Por supuesto, la expresión facial de Maxi sufrió una metamorfosis, tirando hacia el cabreo generalizado.”

 
-  ¿No quieres venir conmigo por mi trabajo?

 
“El compañero de Maxi se mostraba tenso, en otros tiempos más felices nos hubiera enseñado los principios Básicos del Franquismo, yo hablo, tú te callas.”

miércoles, octubre 20, 2010

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La pasión de un niño por las maquinas.

martes, octubre 19, 2010

Patria

La Patria (del latín patria, familia o clan > patris, tierra paterna > pater, padre) suele designar la tierra natal o adoptiva a la que un individuo se siente ligado por vínculos de diversa índole, como afectivos, culturales o históricos.
Con lo cual interpreto que un verdadero patriota debe ser un ecologista practicante, una persona sensible con los demás, y con ciertas inquietudes culturales hacía lo que le rodea.
Personalmente no conozco a ninguno que reúna estos requisitos. En los medios tampoco aparecen por ninguna parte, toda la fauna de políticos mediocres que se nos muestra en el universo mediático no sería capaz de dar su vida por sus conciudadanos.
Se les hincha a todos la boca con sus trapos de colores, cancioncillas que dan la risa y consignas del capital. Economistas de pacotilla que no saben por donde les vienen las hostias, constructores de dioses económicos con pies de barro, fomentadores del no compartir y del sálvese quien pueda.
La patria de los pícaros del siglo de las luces.

jueves, octubre 14, 2010

29ª entrega "El lobo Gallego"

El lobo Gallego.

- Toma... Estaban en el suelo...

“Las cogí de su mano y me las puse... La visión recuperó la normalidad y me centre, o por lo menos lo intenté.”

- ¿No me recuerdas? Soy Maxi... Tu primo... Al final volveréis dormidos a San Sebastián...

“Gesticulaba aquella boca tocada con un fino bigote que afianzaba su imagen de autoridad armada.”

- ¡Joder!... Que susto me has dado. Podías haber esperado a que el interventor nos hubiera encontrado y despertado.

“Había conseguido enfadarme, ¿Pero quien hostias se creía que era?

- Lo siento...
- Vaya... Yo lo he sentido más.

- ¡Hostias! ¿Qué haces tú aquí? -Exclamó y preguntó Carlos-

“¡Vaya por Dios! Estaba claro que lo que ocurriera en la periferia de mi campo visual era aún una asignatura pendiente. No me había fijado ni en como se incorporaba, ni en como se frotaba los ojos.”

- Vengo ha llevaros al pueblo. -Respondió Maxi-

“Carlos y yo nos miramos furtivamente, la complicidad se activo, y nos sentimos en la misma condición que unas ratitas rascándose la cabeza en el laberinto de un laboratorio.”

- Pero, ¿No habíamos quedado en que venia ha buscarnos mi cuñado Mariano?

- Llegaron muy tarde y cansados, y me pidieron que si podía acercaros que lo hiciera. Total me cae de paso.

- ¿En el coche patrulla? -Pregunté hastiado-

- Pues si.

- ¡Qué bien! -Suspiró irónicamente Carlos-

- ¿Tenéis algún prejuicio hacía los coches policiales?


“Era soberanamente increíble, que aquel cerebro-piara no comprendiera, solamente por nuestra forma de vestir, cual era nuestro punto de vista y nuestra opinión sobre la policía en general, y sobre el “cuerpo” al que pertenecía en particular.”

“Carlos y yo nos miramos furtivamente, la complicidad se activo, y nos sentimos en la misma condición que unas ratitas rascándose la cabeza en el laberinto de un laboratorio.”
...

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miércoles, octubre 06, 2010

Dalí


Una obsesión que invadió mi infancia con relojes fundidos por el tiempo, realismo inverosímil que atraía mi atención sobre lo que aparentemente no existía. Maestros que enseñaban desde reproducciones de dudosa calidad. Estilos y texturas que se insinuaban con maestría. Una deuda contraída con ellos sobre la percepción del tiempo y del espacio.


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sábado, octubre 02, 2010

28ª entrega

El lobo Gallego.

La tapa terminó su recorrido empujada por mi emancipada mano y lo que vi elevo la temperatura de mi plasma a un punto cercano al de la ebullición... El ataúd estaba lleno de pálidas cabezas sonrientemente decapitadas... Pude identificar la cabeza de Carlos con una mueca de horror dibujada en su boca. También estaba la de Juan, la de Celia, la de Claudia, la de Maximiliano y... ¡Mierda! Se me erizó el vello de todo el cuerpo, allí me encontraba, rígido como una maldita estatua de mármol de Carrara y observando con mis propios ojos mi decapitaday magullada cabeza apoyada en la de Antonio que sonreía como si aquello no fuera con él... Algo tibio empezó ha humedecer las perneras de mis pantalones... Pero mis ojos seguían hipnóticamente prendados con la visión de aquel racimo de cabezas familiares.
Una mano se cerró con fuerza sobre mi hombro, y me zarandeó.”


- Despierta Abel...

“Mi adormecido y maltratado cerebro situó la fuente de la que manaban aquellas palabras, en un punto intermedio situado entre los dos y los veinte metros.”

- Venga... Despertad...

“¡Carajo! Esta vez parecían sonar más cercanas. ¿A que distancia se situaría la boca que las paría? ¿Quizá un metro? ¿Quizá solo medio metro?”

- Pues si que están dormidos...

“Comentaba la boca de marras a una tercera o cuarta persona, a la que no lograba situar sin abrir los ojos, ni en el tiempo, ni en el espacio.
¿De que me sonaba a mí aquella voz? ¿De otra vida anterior? Ante la incertidumbre abrí muy despacio los ojos, mis párpados casi estaban pegados, mi visión agotada.
Mi ojo derecho se abrió del todo, me frote con cuidado y busque sin encontrar mis gafas.
A pesar de las dos dioptrías, mi cerebro registró gracias a mis neuronas oculares una distorsionada imagen que me impresionó.
Una metralleta colgaba flácida del hombro de un personaje uniformado de verde. Di un apreciable respingo y me incorpore a la vez que un rotativo rojo giraba en mi cabeza. Mire en el interior de la mochila abierta y no encontré lo que buscaba. ¡Lo que me faltaba! Sin gafas... “



Algo tibio empezó ha humedecer las perneras de mis pantalones...


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