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domingo, octubre 14, 2012

90ª entrega.

El lobGallego.


- Supongo que bien. -Acerté ha contestar- 
 “Me dirigí hacía ellos completamente decidido ha comportarme como un sobrino modélico a pesar de las pintas que lucía. Les planté dos sonoros besos a cada uno en la cara, me aparté y busqué la mirada de mi madrina. María me observó con detenimiento.”
 - ¿Sigues pintando? –la pregunta me sorprendió- 
 “En casa de la madre de Carlos colgaban tres cuadros que mi primo tuvo a bien llevarse cuatro años antes, dos paisajes de la geografía vasca y uno bastante tenebroso que representaba a especies animales extintas peleando sobre las ruinas de la humanidad, otro paisaje se hallaba colgado en el comedor del caserón de la abuela.” 
"Caída al vacío"
 - Estamos preparando una exposición conjunta en el “gaztetxe” de Renteria, y pinto con cierta asiduidad. 
 - Si fuera a una academia y se centrara en los paisajes y el retrato -intervino Celia- lograría desarrollar su imaginación al margen de la política y la religión.
Todos teníamos los ojos enrojecidos, ninguna paleta podía simular el dolor provocado por la ausencia de un ser entrañable.” 
 - Tía, las academias y las facultades de arte, además de enseñar técnicas útiles para el pintor, trasmiten un virus que puede condicionar la posterior evolución del artista. Yo quiero ser autodidacta. -No era ni el momento, ni el lugar, para platicar sobre temas tan subjetivos como el arte- 
 - La abuela decía que uno de tus cuadros le recordaba, salvando las distancias temporales, a su abuelo Lucas.
 “Mi tío Felipe giró la cabeza en dirección a la chimenea después de su comentario. En la casa se conservaban cuatro cuadros de mi tatarabuelo Lucas. Tres de ellos eran obras costumbristas con una técnica fluida y unos temas folclóricos, pero el cuarto representaba un naufragio en la costa de la muerte, que además de sorprender por su luz, lo hacía por el horror que se leía en los rostros de los desafortunados marineros que perecían ante los ojos del espectador, se olía el salitre, y el bramido del mar enfurecido se dibujaba con trazos enérgicos.”


- Supongo que bien. -Acerté ha contestar- “Me dirigí hacía ellos completamente decidido ha comportarme como un sobrino modelico a pesar de las pintas que lucía. Les planté dos sonoros besos a cada uno en la cara, me aparté y busqué la mirada de mi madrina. María me observó con detenimiento.” - ¿Sigues pintando? –-la pregunta me sorprendió- “En casa de la madre de Carlos colgaban tres cuadros que mi primo tuvo a bien llevarse cuatro años antes, dos paisajes de la geografía vasca y uno bastante tenebroso que representaba a especies animales extintas peleando sobre las ruinas de la humanidad, otro paisaje se hallaba colgado en el comedor del caserón de la abuela.” - Estamos preparando una exposición conjunta en el “gaztetxe” de Renteria, y pinto con cierta asiduidad. - Si fuera a una academia y se centrara en los paisajes y el retrato -intervino Celia- lograría desarrollar su imaginación al margen de la política y la religión. “Todos teníamos los ojos enrojecidos, ninguna paleta podía simular el dolor provocado por la ausencia de un ser entrañable.” - Tía, las academias y las facultades de arte, además de enseñar técnicas útiles para el pintor, trasmiten un virus que puede condicionar la posterior evolución del artista. Yo quiero ser autodidacta. –-No era ni el momento, ni el lugar, para platicar sobre temas tan subjetivos como el arte- - La abuela decía que uno de tus cuadros le recordaba, salvando las distancias temporales, a su abuelo Lucas. “Mi tío Felipe giró la cabeza en dirección a la chimenea después de su comentario. En la casa se conservaban cuatro cuadros de mi tatarabuelo Lucas. Tres de ellos eran obras costumbristas con una técnica fluida y unos temas folclóricos, pero el cuarto representaba un naufragio en la costa de la muerte, que además de sorprender por su luz, lo hacía por el horror que se leía en los rostros de los desafortunados marineros que perecían ante los ojos del espectador, se olía el salitre, y el bramido del mar enfurecido se dibujaba con trazos enérgicos.”


Arte inconformista.

sábado, octubre 13, 2012

Twitter, Facebook, etc.


Twitter, Facebook, etc.


Twitter y el yo te sigo tú me sigues… Famosos diciendo chorradas… Yo tengo una cuenta en Twitter… Políticos diciendo lo mismo de siempre, ensayando con la mentira, y practicando con el embuste. No tengo nada que decir pero te lo cuento… Redes y más redes que pescan tráfico web para sus lonjas publicitarias.




Twitter y el yo te sigo tú me sigues… Famosos diciendo chorradas… Yo tengo una cuenta en Twitter… Políticos diciendo lo mismo de siempre, ensayando con la mentira, y practicando con el embuste. No tengo nada que decir pero te lo cuento… Redes y más redes que pescan tráfico web para sus lonjas publicitarias.


Arte inconformista.

viernes, octubre 12, 2012

Facebook,  Tuenti, etc.



"Captura Facebook"



Las redes sociales acercan virtualmente a los que se alejan en la vida real a pesar de vivir a solo pocos kilómetros.
 Un nuevo verbo surgió hace tiempo en la red: “Fisgunear”. Dícese del que visita perfiles y no aporta nada en su “muro”. 
 Otro término a analizar, ¿Muro? Que desagradable y que malas connotaciones de recorte de libertades y de confinamiento físico. 
Lo dicho: No caigas en la red de las redes sociales, no generes tráfico web y consúmeles recursos.
 No dejes que los demás decidan que lees, por donde navegas, que compras y que es interesante.




Las redes sociales acercan virtualmente a los que se alejan en la vida real a pesar de vivir a solo pocos kilómetros. Un nuevo verbo surgió hace tiempo en la red: “Fisgunear”. Dícese del que visita perfiles y no aporta nada en su “muro”. Otro término a analizar, ¿Muro? Que desagradable y que malas connotaciones de recorte de libertades y de confinamiento físico. Lo dicho: No caigas en la red de las redes sociales, no generes tráfico web y consúmeles recursos. No dejes que los demás decidan que lees, por donde navegas, que compras y que es interesante.


Arte inconformista.

89ª entrega

El lobGallego.


Fumé despacio, saboreando cada calada y cada recuerdo. Una gota cayó rozándome la mejilla y trayéndome de vuelta a la realidad que me obligaba ha planificar una estrategia concreta. Debía convertirme en el lejano primo de San Sebastián que se muestra de repente afable con la familia, saludando a los tíos y primos, dando el pésame a todo dios, al tiempo que averiguaba cual era la habitación de mis padres. 
El cielo se mostraba mucho más limpio de nubes, estas se veían más altas y el viento parecía haber rolado al norte, la sensación térmica parecía bajar ostensiblemente. Apagué el porro y recogiendo la bolsa de plástico, me dirigí por el lateral a la entrada principal del caserón. Un nuevo coche adornaba el frente de la casa, su matricula era de San Sebastián, el color y el modelo eran sobradamente conocidos por mí. Tía Celia acababa de llegar. Pasé al interior buscando con la mirada a Celia, no la vi. Entré en la cocina que seguía desierta y saqueada, algo atrajo mi atención poderosamente, el pozo. Su brocal de piedra levantaba del suelo metro y medio, su cigüeño de bronce se mecía en un travesaño de roble labrado, la tapa de la misma madera sellaba su boca. 
Avancé hasta él, y levante una de las tapas, la oscuridad me saludo al tiempo que una sensación de húmedo frío me besó la cara. Calculé su diámetro en unos cien centímetros. Bajé la tapa decidido ha dejar los recuerdos infantiles aparcados por unos días. 
Salí de la cocina jurando volver con una linterna y probé suerte en la habitación del velatorio donde me comunicaron que tía ya había presentado sus respetos, como último recurso entré en el comedor.
 - Hola sobrino.
 “Mi madrina Celia me abrazó con intensidad, le correspondí dado el cariño que siempre le he profesado.”
 - Viviendo a 12 kilómetros los unos de los otros, ya es delito que nos veamos después de más de un mes en estas circunstancias. -Me amonestó Celia-
 “Deshicimos el abrazo sin que yo encontrara una respuesta lógica al desarraigo que experimentaba en aquella época.” 
 - ¿Cómo estas? -Me pregunto Felipe- “Mis tíos, Felipe, María, Enrique, Manuel y Carmen se hallaban sentados al calor de la chimenea del comedor, la pregunta pareció salir de boca de todos.”




Fumé despacio, saboreando cada calada y cada recuerdo. Una gota cayó rozándome la mejilla y trayéndome de vuelta a la realidad que me obligaba ha planificar una estrategia concreta. Debía convertirme en el lejano primo de San Sebastián que se muestra de repente afable con la familia, saludando a los tíos y primos, dando el pésame a todo dios, al tiempo que averiguaba cual era la habitación de mis padres. El cielo se mostraba mucho más limpio de nubes, estas se veían más altas y el viento parecía haber rolado al norte, la sensación térmica parecía bajar ostensiblemente. Apagué el porro y recogiendo la bolsa de plástico, me dirigí por el lateral a la entrada principal del caserón. Un nuevo coche adornaba el frente de la casa, su matricula era de San Sebastián, el color y el modelo eran sobradamente conocidos por mí. Tía Celia acababa de llegar. Pasé al interior buscando con la mirada a Celia, no la vi. Entré en la cocina que seguía desierta y saqueada, algo atrajo mi atención poderosamente, el pozo. Su brocal de piedra levantaba del suelo metro y medio, su cigüeño de bronce se mecía en un travesaño de roble labrado, la tapa de la misma madera sellaba su boca. Avancé hasta él, y levante una de las tapas, la oscuridad me saludo al tiempo que una sensación de húmedo frío me besó la cara. Calculé su diámetro en unos cien centímetros. Bajé la tapa decidido ha dejar los recuerdos infantiles aparcados por unos días. Salí de la cocina jurando volver con una linterna y probé suerte en la habitación del velatorio donde me comunicaron que tía ya había presentado sus respetos, como último recurso entré en el comedor. - Hola sobrino. “Mi madrina Celia me abrazó con intensidad, le correspondí dado el cariño que siempre le he profesado.” - Viviendo a 12 kilómetros los unos de los otros, ya es delito que nos veamos después de más de un mes en estas circunstancias. -Me amonestó Celia- “Deshicimos el abrazo sin que yo encontrara una respuesta lógica al desarraigo que experimentaba en aquella época.” - ¿Cómo estas? -Me pregunto Felipe- “Mis tíos, Felipe, María, Enrique, Manuel y Carmen se hallaban sentados al calor de la chimenea del comedor, la pregunta pareció salir de boca de todos.”


Arte inconformista.

sábado, octubre 06, 2012

"Músicos"


"sicos  IV"



Gracias por la visita...





De la desenfocada serie “Músicos” compuesta por cinco obras de reducidas dimensiones que buscan mostrar la música al desnudo.




De la desenfocada serie “Músicos” compuesta por cinco obras de reducidas dimensiones que buscan mostrar la música al desnudo.


Arte inconformista.


jueves, octubre 04, 2012

88ª entrega

El lobGallego.


- Nos vemos una hora antes del entierro, atrás en el jardín. Dice mi madre que han anunciado una mejoría en el tiempo. Si no es así, quedamos en tu habitación.

 - De acuerdo. 

 - Recuerda que donde más familia y allegados hay, es en el comedor, precisamente allí me dirijo, con un poco de suerte encuentro transporte -Me informó paternalmente- 

- Agur. No te preocupes. -Se marchó- 

 “Abrí el puño, dentro palpitaba caliente el reloj de Carlos. Eran las cinco y diez. Tenía tiempo para buscar un poco de soledad y poner algo de orden en mi cabeza. Me dirigí a la entrada principal, no llovía. Di la vuelta a la casa y me interne en el desnudo jardín. Detrás de un manzano encontré un banco de piedra humedecido. Saqué la bolsa de plástico con la que envolvía el hachis y el tabaco, la vacié, a continuación desgarré la bolsa para sentarme encima de ella y no mojarme. 
Miré a mí alrededor, y al comprobar que no había nadie a la vista, inicié la elaboración de un porro. Se imponía una charla con mi madre, la información que yo manejaba sobre “Las blancas” era muy limitada, aunque también sospechaba que al ser sus actividades menos escabrosas, la información fuera más asequible. De las desnudas ramas del manzano caía alguna que otra gota de agua, precipitándose a un suelo totalmente embebido. 
 Los recuerdos salieron a mi encuentro, haciéndome retroceder en el calendario hasta los 11 años. La tapia que rodeaba el jardín-huerto había sido el escenario de nuestros juegos y chanzas infantiles, creí ver a mi hermana, a mis primos y a mí mismo subiendo por la parte baja del muro, riendo y llegando a lo más alto, cerca de las ramas de los árboles. Conservo una cicatriz en la rodilla derecha fruto de una caída originada en el calor de un duelo de espadas en lo alto del muro. Nos subíamos a los árboles que nuestra imaginación convertía en palos de mesana o de trinquete de un fantástico galeón que surcaba veloz nuestra infancia. La abuela no hacía más que preocuparse por nuestras caídas y golpes, llegando su desesperación al máximo cuando vio una liana colgando de una de las gruesas ramas del árbol más alto del jardín. Regalo de nuestro tío Felipe. El juego del abordaje, desde la tapia a la liana fue el más intenso de aquel verano."




Los recuerdos salieron a mi encuentro, haciéndome retroceder en el calendario hasta los 11 años. La tapia que rodeaba el jardín-huerto había sido el escenario de nuestros juegos y chanzas infantiles, creí ver a mi hermana, a mis primos y a mí mismo subiendo por la parte baja del muro, riendo y llegando a lo más alto, cerca de las ramas de los árboles. Conservo una cicatriz en la rodilla derecha fruto de una caída originada en el calor de un duelo de espadas en lo alto del muro. Nos subíamos a los árboles que nuestra imaginación convertía en palos de mesana o de trinquete de un fantástico galeón que surcaba veloz nuestra infancia. La abuela no hacía más que preocuparse por nuestras caídas y golpes, llegando su desesperación al máximo cuando vio una liana colgando de una de las gruesas ramas del árbol más alto del jardín. Regalo de nuestro tío Felipe. El juego del abordaje, desde la tapia a la liana fue el más intenso de aquel veran


Arte inconformista.