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sábado, diciembre 04, 2010

35ª enterga.

- ¡Pero que pasa! ¿Qué mierda elevada al cubo es esta?

“El taxi aceleró y se perdió entre el trafico en pocos segundos.”

- Mil pesetas -le reté de nuevo sonriendo por si colaba y recuperaba mi “talego”- a que el próximo taxi lo cogemos nosotros.

- ¿Sabes por donde te puedes meter tus apuestas? -Fue lo que conseguí por respuesta-

- Creo hacerme una ligera idea -le miré- de a que parte de mi anatomía te refieres.


“Urge en mi bolsillo y extraje un billete verde, se lo ofrecí a Carlos, que lo acepto sin ningún tipo de escrúpulos. Todo fuera en aras de la cordialidad.”

- ¿Estas seguro que no hay autobuses que pasen por el pueblo, o cerca de él?

- Oye... Llevo viviendo toda la vida aquí, y sé lo que hay, y lo que no hay.

“La lluvia sin previo aviso arreció, aumentando y amplificando el repiqueteo húmedo que producían las gotas de lluvia al impactar con violencia en la acera. Nos fusionamos con la pared.
El agua caía a menos de treinta centímetros de nuestras caras, salpicando nuestras botas y la parte baja de nuestras perneras. Indudablemente, la situación empezaba ha ser de lo más desagradable bajo aquella cornisa.”

- “Mi tierra gallega, donde el cielo es siempre gris...”

“Inició Carlos un canto de “Siniestro total” en galego, que no me atrevo ha poner por escrito.”

- No hace falta que lo jures... Ni que lo cantes, solo vas a conseguir agravar las condiciones climáticas...

- ...El pazo de Meirás... -Insistía Carlos-

- Vamos dentro, me estoy calando los pies... y deja de cantar, lo haces fatal.

“Carlos dejó de cantar, y en el clima se empezó ha notar.”

- ¡Espera! -Me agarró del brazo- creo que por allí viene un taxi.

“Aquello era como una de las siete maravillas del mundo antiguo, una gratificante visión.
Era verdad que se acercaba un taxi, describiendo la misma trayectoria que el “Patrol” de Maxi. Con la única diferencia que estaciono en su para ello indicada parada.
Nada mas detener el motor...”

- Toma...

“Carlos me dio su mochila y salió corriendo de la misma manera que un poseso, en dirección al taxi recién estacionado, abordándolo como un autentico corsario del siglo XVI.
La puerta del conductor se abrió y por ella salió el taxista, que al instante accionó un paraguas automático bajo el cual se refugió.
Se dirigió a la parte trasera del coche al encuentro de Carlos, que no perdió la oportunidad de buscar cobijo bajo el negro paraguas.
Hablaron unos segundos... Sin esperar una señal salí corriendo lo mas deprisa que me permitían las dos mochilas... Jadeé... Antes de llegar a la altura del Mercedes el maletero ya estaba abierto.”




- ¡Pero que pasa! ¿Qué mierda elevada al cubo es esta?


“El taxi aceleró y se perdió entre el trafico en pocos segundos.”

- Mil pesetas -le reté de nuevo sonriendo por si colaba y recuperaba mi “talego”- a que el próximo taxi lo cogemos nosotros.

- ¿Sabes por donde te puedes meter tus apuestas? -Fue lo que conseguí por respuesta-

- Creo hacerme una ligera idea -le miré- de a que parte de mi anatomía te refieres.

“Urge en mi bolsillo y extraje un billete verde, se lo ofrecí a Carlos, que lo acepto sin ningún tipo de escrúpulos. Todo fuera en aras de la cordialidad.”

- ¿Estas seguro que no hay autobuses que pasen por el pueblo, o cerca de él?

- Oye... Llevo viviendo toda la vida aquí, y sé lo que hay, y lo que no hay.

“La lluvia sin previo aviso arreció, aumentando y amplificando el repiqueteo húmedo que producían las gotas de lluvia al impactar con violencia en la acera. Nos fusionamos con la pared.
El agua caía a menos de treinta centímetros de nuestras caras, salpicando nuestras botas y la parte baja de nuestras perneras. Indudablemente, la situación empezaba ha ser de lo más desagradable bajo aquella cornisa.”

- “Mi tierra gallega, donde el cielo es siempre gris...”

“Inició Carlos un canto de “Siniestro total” en galego, que no me atrevo ha poner por escrito.”

- No hace falta que lo jures... Ni que lo cantes, solo vas a conseguir agravar las condiciones climáticas...

- ...El pazo de Meirás... -Insistía Carlos-

- Vamos dentro, me estoy calando los pies... y deja de cantar, lo haces fatal.

“Carlos dejó de cantar, y en el clima se empezó ha notar.”

- ¡Espera! -Me agarró del brazo- creo que por allí viene un taxi.

“Aquello era como una de las siete maravillas del mundo antiguo, una gratificante visión.

Era verdad que se acercaba un taxi, describiendo la misma trayectoria que el “Patrol” de Maxi. Con la única diferencia que estaciono en su para ello indicada parada. Nada mas detener el motor...”

- Toma...

“Carlos me dio su mochila y salió corriendo de la misma manera que un poseso, en dirección al taxi recién estacionado, abordándolo como un autentico corsario del siglo XVI.

La puerta del conductor se abrió y por ella salió el taxista, que al instante accionó un paraguas automático bajo el cual se refugió.

Se dirigió a la parte trasera del coche al encuentro de Carlos, que no perdió la oportunidad de buscar cobijo bajo el negro paraguas.

Hablaron unos segundos... Sin esperar una señal salí corriendo lo mas deprisa que me permitían las dos mochilas... Jadeé... Antes de llegar a la altura del Mercedes el maletero ya estaba abierto.”

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