Percibió el movimiento como un marcador de la realidad, realidad efímera condicionada por el paso del tiempo. Creyó entender por un momento que no es el tiempo el que pasa, sino las cosas y seres que se mueven o son movidas. El tic, tac del reloj atrajo su atención, el segundero se movía mientras el tiempo descansaba.
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sábado, mayo 30, 2009
8ª entrega.
8ª entrega.
- Como lo oyes, tu tío Antonio, alias “el guindilla” es un ferviente creyente de la doctrina Católica, Apostólica y Romana. -Me sorprendió de nuevo Carlos- y como buen cristiano entre comillas, confiesa regularmente con el cura de B.
“Tardé un buen rato en digerir la tajada con la que me estaba alimentando el sobrino de mi madre.”
- ¿Pero no existe algo llamado rimbombantemente secreto de confesión? -Me pregunté más a mí mismo que a Carlos-
- En teoría si, pero ya sabes que en la cama no hay secretos. -Me bombardeó mi primo una vez más-
- ¡Venga!... Me quieres hacer creer, me insinúas, que tu madre y el cura se lo montan como paganos.
“No me sorprendía por un comportamiento mas que inmoral procedente de un “miembro” del clero. Me sorprendía por la candidez de mi tía, cuyo nombre es secreto.”
- ¿Quién crees que es mi Padre? -Me abofeteo de nuevo Carlos-
“Comenzaba a estar mas que arto de las sorpresas del primo de mi hermana; Drogas, corrupción política, sexo, curas, familia y seguro que más.”
- ¡Tú, hijo de un cura! -Exclame- perdona que sonría, siempre pensé que ni tú mismo sabias a ciencia cierta de quien eras fruto, y perdona de nuevo por esto que acabo de decir. Pero que seas el resultado de la unión de tu madre y un roedor del Vaticano...
- ¿Pasa algo con mi Padre? -Me pregunto, recrimino y corto al mismo tiempo Carlos-
“Que habilidad innata la mía para meterme en atolladeros que desafiaban mi capacidad resolutiva.”
- No, supongo que no. -Hacerte ha decir casi tartamudeando- Creo que es mejor volver a la información en si misma, que seguir metiendo mi pezuña en su sacra fuente.
“Carlos se mostraba ceñudo, a pesar de que su expresión facial al referirse al clero, demostraba que no “comulgaba” en mucho con él.”
- “Confiesa” alguna curiosidad más que tengas sobre Raquel, o date por satisfecho. –Encauzó Carlos la conversación por el mismo punto en el que nos había desviado el cura-
“Me sentí obligado de solicitar más información para dejar atrás definitivamente el asunto clerical.”
- Pues si... Cuéntame algo del padre de Raquel, supongo que esa confidencia te es familiar.
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