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lunes, junio 01, 2009

9ª entrega.

9ª entrega.

- Tan familiar como él mismo. -Prepárate para un pequeño discurso, me dijo a la vez que sonreía- Este cuarto miembro por derecho propio del bloque norte, es armador y tiene en propiedad, en sociedad con Antonio, cuatro barcos pesqueros de bajura.
Desde joven a nuestro tío Francisco le había atraído esa peligrosa y hermosa mujer que resulta ser la mar. Cuando aún no se rasuraba llego a conocer muchos trapos sucios de las relaciones que se dan entre los hombres y esa temperamental hembra, que ofrece sus encantos a cambio de sudor y lagrimas.
Con el transcurrir del tiempo Francisco se dio cuenta de que tenia toda una familia que mantener y unos hijos que educar. Y como suele ocurrir cuando los seres humanos piensan y meditan en el sentido que están dando a sus vidas, se deprimió magistralmente.
Comenzó ha despreciar ese valeroso oficio digno de todos mis respetos que es la pesca. Dejó de verle el sentido al hecho de jugarse la vida cada vez que salía a flirtear con la mar. Empezó ha considerar que los frutos que obtenía a cambio de sus relaciones con esa mujer fatal, no eran proporcionales a las inversiones y riesgos asumidos.
Dejó de apreciar las fascinantes salidas y puestas de sol a veinte millas de la línea de costa.
Empezó ha despreciar ese viento cargado de salitre que le azotaba la cara y que de joven le provocaba la sensación de ser como una gaviota mecida por Eolo. Dejó de sentir la mas autentica sensación de libertad que experimentara jamás, al cabalgar sobre las cimas de las olas de una mar enfurecida.
Empezó ha pensar en las viejas propuestas de su hermano Antonio para que participara en sus sucios y sumergidos negocios.
Dejó de tener una mentalidad sana, joven he idealista.
Empezó ha recorrer el largo y sinuoso camino que tiene como meta final, la vejez mental...

- Puedes hacer el supremo esfuerzo de no hablarme como un viejo lobo de mar... -Abrí un inciso en su locuaz perorata-... Me estas torpedeando la línea de flotación de mí mermada capacidad para encajar sorpresas dilatadas en el tiempo. -Por supuesto cerré el inciso.-

- Vale Abel, vale. Intentare no irme por las ramas y sintetizar la historia de Francisco todo lo que la comprensión de la misma lo permita.
Por las fechas en que Francisco disfrutaba aún de su relación laboral con la mar, Antonio había dejado el contrabando de tabaco, para pasarse al mucho más lucrativo negocio de introducir pequeños alijos de cocaína en la península.
Con este cambio de rumbo Antonio asentó la base del futuro cisma familiar, principalmente en dos bloques irreconciliables, al margen de cuatro hermanos que emigraron y fundaron sus respectivas familias alejadas de aquel posible enfrentamiento.
Con aquella maniobra, dinero y tiempo, el “Guindilla” arrastro como una red pelágica a un tercio de la familia.
En aquella época Francisco trabajaba en uno de los barcos del bloque sur dedicado exclusivamente a la pesca. No se decidió por ninguno de los “bloques” enfrentados. Claro esta que aquellos eran los felices días en que nuestro tío encontraba una plena satisfacción en su duro trabajo que lo aislaba sicológicamente de la cuestión familiar. Pero como ya sabes en un par de años eso quedo en agua pasada y salada.
Al fin, él acepto las condiciones de su hermano, mas por afinidad que por dinero, ya que desde la infancia mantenían una estrecha relación.
Pasó de ser oficial de primera en la sala de maquinas, a conseguir el estatus de copropietario de cuatro viejos barcos de pesca. Adquiridos por Antonio y cofinanciados por “el proveedor”extranjero, estos barcos fueron equipados y comenzaron ha faenar como todos los demás.
A la vuelta de un año estos buques compaginaron las faenas propias de la pesca con otras mas peculiares.
Teniendo como base diferentes puertos, estos barcos salían al mismo tiempo y efectuando sus lógicas maniobras de pesca se aproximaban en unas coordenadas ya establecidas por el “proveedor” extranjero...

- Carlos... Sigo sin comprender como Antonio puede largarle esto a tu “Padre” por muy beato que sea y confíe en el secreto de confesión.

- Yo tampoco lo entiendo... Pero supongo que todos y cada uno de nosotros tenemos nuestro punto débil, nuestro consabido talón de Aquiles. Esa necesidad inevitable de contar lo que nos corroe por dentro, aunque lo adornemos y pulamos para no exponer nuestra intimidad del todo.
A fin de cuentas, ¿Conoces ha alguien que sepa guardar una confidencia? Propia o ajena.

- Si... Se llama nadie...

“La luna se oculto tímida tras una nube, su lejanía me provocaba un sentimiento de envidia hacia ella. Yo también quería estar así de lejos.”

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