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miércoles, abril 15, 2009

5ª entrega.


La luz del día entrando en el comedor a trabes de una vidriera, que intentaba asemejar una obra religiosa del siglo XVI, sin lograrlo por mucho.
La luz del sol que al incidir en los distintos colores del ventanal, regaban generosamente el interior de la estancia con más de diez vivos e intensos colores y tonalidades. La vajilla para veinte comensales, las fuentes de plata llenas de suculento caldo gallego, la delicadamente bordada mantelería, las copas de fino y elaborado vidrio Genovés, incluso las caras y manos de mis tíos, primos, hermana y acompañante, padres y demás invitados, sí, toda persona y objeto se veía suavizado y realzado por aquella sinfonía de colores.
Todo y todos, menos alguien.
Recuerdo que en el rostro de Antonio incidía un rayo de luz tintado de rojo, que se originaba en el corazón al descubierto del cristo de la vidriera. Ello le daba el aspecto, falsísimo por cierto, de estar
exageradamente ruborizado. Su colorado rostro presidía todos los detalles del servicio y de la cena.
El servicio se movía en silencio y eficazmente.
Curiosamente, nuestra disposición en aquella mesa presidida por él, me recordaba a la escena representada en la vidriera que nos iluminaba: “Cristo en la última
cena de pascua junto a sus once discípulos, bendiciendo el pan y el vino.”
Con la lógica diferencia, claro esta, que nuestro tío no predicaba en aquella mesa, ni la paz, ni la
cordialidad entre la familia, “divide, ataca por separado con todas tus fuerzas y vencerás, afirmaba con fe... Es curioso que el hecho de estar alejados geográficamente de Galicia, nos a hecho picotear cual gallinas de corral, en las diferentes mesas de los dos bloques, dándonos la sensación y creando la ilusión de que somos neutrales por el mero hecho de vivir en Euskadi...A todo esto, ¿Te pasas el porro?

- Toma... -Terció Carlos mientras se disponía a añadir algo más, al pequeño discurso que yo había escupido de una tirada-... Ataca por separado con todas tus fuerzas y vencerás... -Repetía Carlos-... Y venció, vaya si venció. Durante quince años se fue acostumbrando a no perder nunca y conseguir todo lo que se le antojara, aunque para ello tuviera que pasar sobre la felicidad de los demás, pisoteando sus esperanzas e ilusiones con botas claveteadas.
Todo vale para la consecución de sus objetivos, lo único que le merece respeto es él mismo. Todo lo
demás, incluida su descendencia, son flecos secundarios en su visión egoísta de la vida.

“El tren comenzó el ataque a una curva a la derecha, y por un momento vi la silueta de la locomotora.”

- Valiente y noble donde los haya, -me puede la ironía- ¿Es verdad el origen de su mote?

- Sí... De pequeño se dislocó un hombro disparando contra un lobo que merodeaba al ganado un frío día de invierno.

“Me revolví buscando la utópica comodidad total, en un imposible compartimiento, de un vagón de segunda clase de la RENFE.
Le di tres o cuatro caladas más al “peta” y se lo pase.”

- Me gustaría saber algo más, -suplique- del resto de los miembros del bloque norte.

- Voy ha satisfacer tu curiosidad... -Me replicó mientras “asesinaba” la “chusta” del porro, aplastándole la “cabeza” contra el rebosante cenicero-... ¿Qué sabes y recuerdas de Claudia? –-Me preguntó ha continuación, a bocajarro-

“Me sentí como el niño sentado en la penúltima fila de clase, al que el profesor pregunta sobre el único tema de la lección que ha estudiado... ¡Me la se, me la se!“

- Recuerdo, -más de lo que deseo- que es dos años más joven que mi madre, y que solo se parece a esta en los apellidos y en poca cosa más. Es de la única hermana que me ha hablado mi madre con cierto temor, al conocer bastante bien su trayectoria vital.
La recuerdo sumamente baja, metro cincuenta calculo yo, pero al igual que los buenos perfumes, los mas temibles venenos también vienen en frascos pequeños.
Mi madre sacó ha relucir la palabra veneno por que de eso tiene fama, de vieja bruja. Supuestamente vendida a los mas increíbles vicios en su juventud.
Es capaz de preparar unos brebajes, que dejan al LSD, a la cocaína y a la anfetamina, a la altura de un inofensivo zumo de naranja.
Ella conoce a la perfección, el estramonio, la efedra, y cualquier planta que contenga alcaloides capaces de mandar a paseo el sistema nervioso central de un adulto normal y sano.
Es capaz de preparar pócimas que despachan directamente al otro mundo, fetos de hasta ocho semanas de sana y feliz gestación...
...Por supuesto que si quería, podía quitarte una resaca, o una cruel jaqueca, con un solo vaso de mejunje. Todo esto te suena mejor que a mí por
supuesto, pero seguiré para que veas que es lo que te puedes ahorrar cuando me pongas al día.
Aquellas pócimas olían a rayos, sabían a truenos y su presencia en el vaso recordaba una tormenta de bilis. Lo mejor era cerrar los ojos, taparse la nariz y echártelo al coleto de un solo he impresionante trago.
Como puedes ver, yo conozco por lo menos un retazo de la historia de esta familia.

- Si ya veo... -Volvía ha tomar la batuta de la conversación mi primo-

“Se levantó y abrió la ventana para orear un poco el habitáculo cargado de humo, “niebla” que había servido de momento, para disuadir a los viajeros que pasaban por el pasillo de entrar en nuestra madriguera.”

- No tengo que precisar, -continuó Carlos- que Claudia alias “la meiga” no disfruta haciendo el bien ni de casualidad.
Por cada gripe o jaqueca que alivia, siente ella la primitiva necesidad incontrolable, de poner en peligro la vida de alguna moza embarazada. Ya que su muy personal sistema abortivo es capaz de desangrar si no se anda con extremo cuidado, a la mujer más joven y lozana.
Como tú bien sabes, ella tiene un extraño y retorcido sentido de la hospitalidad.
¿Recuerdas las pastas alucinógenas que nos preparo? Cuando insistimos que queríamos probar algo que nos llevara al borde mismo de la cordura, pero sin abandonarla, para atisbar el abismo que hay en cada mente...
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