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lunes, diciembre 19, 2011

70ª entrega El lobo gallego

El lobo Gallego.



- Desde luego hay personas que no cambian. -Dijo soltando su mano de la mía-

“Raquel posó sus manos en su cintura y me miró con suma atención. Hasta aquel preciso instante no recordé o no quise recordar, que me hallaba en compañía de una mujer que tenía en el bolsillo, a media burocracia provincial”.

- Demasiadas cosas y mucha gente han cambiado en estos últimos cuatro años.-le dije-

- No siempre controlamos los derroteros de nuestra vida.

- Ya no somos los mismos -continué- ni tú, ni Carlos, ni la familia.

“Ella me miraba tan fija y detenidamente, que creí y temí derretirme allí mismo bajo su influjo dejando un solitario y puto charco como única prueba de mi fugad existencia.”

- Tienes razón, el tiempo lo cambia todo, o casi todo. A veces echo de menos la despreocupación que reinaba en mi vida, tiempo atrás.

“Enfrentamos fijamente nuestras pupilas durante unos segundos y llegamos a comprender sin mediar palabra que aquel asalto había concluido de momento. Teníamos a la abuela enfriándose en casa y debíamos cumplir con el ritual.”

- Por cierto ¿sabes en que habitación se encuentra mi hermana?

- Sígueme... Todavía no has visto al resto de la familia. No recordaba una reunión así desde la boda de Laura.

“Comenzamos ha andar por el pasillo dejando a la izquierda la puerta de la sala de estar. Mi mente era un hervidero de sentimientos enfrentados. Había algo que no marchaba como debiera. Allí estaba yo flirteando con el lugar teniente del bloque norte, y eso decididamente, no podía ni debía ser muy sensato de mi parte.”

- Supongo que eres consciente -su voz cambió a un tono severo- de que no estas obrando diplomáticamente...




- Desde luego hay personas que no cambian. -Dijo soltando su mano de la mía- “Raquel posó sus manos en su cintura y me miró con suma atención. Hasta aquel preciso instante no recordé o no quise recordar, que me hallaba en compañía de una mujer que tenía en el bolsillo, a media burocracia provincial”. - Demasiadas cosas y mucha gente han cambiado en estos últimos cuatro años.-le dije- - No siempre controlamos los derroteros de nuestra vida. - Ya no somos los mismos -continué- ni tú, ni Carlos, ni la familia. “Ella me miraba tan fija y detenidamente, que creí y temí derretirme allí mismo bajo su influjo dejando un solitario y puto charco como única prueba de mi fugad existencia.” - Tienes razón, el tiempo lo cambia todo, o casi todo. A veces echo de menos la despreocupación que reinaba en mi vida, tiempo atrás. “Enfrentamos fijamente nuestras pupilas durante unos segundos y llegamos a comprender sin mediar palabra que aquel asalto había concluido de momento. Teníamos a la abuela enfriándose en casa y debíamos cumplir con el ritual.” - Por cierto ¿sabes en que habitación se encuentra mi hermana? - Sígueme... Todavía no has visto al resto de la familia. No recordaba una reunión así desde la boda de Laura. “Comenzamos ha andar por el pasillo dejando a la izquierda la puerta de la sala de estar. Mi mente era un hervidero de sentimientos enfrentados. Había algo que no marchaba como debiera. Allí estaba yo flirteando con el lugar teniente del bloque norte, y eso decididamente, no podía ni debía ser muy sensato de mi parte.” - Supongo que eres consciente -su voz cambió a un tono severo- de que no estas obrando diplomáticamente...



Arte inconformista.

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