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sábado, mayo 26, 2012

81ª entrega.




El lobGallego.


- No me digas que el sagucho del Vaticano que oficiara la misa es el Padre de la parroquia de A. 
 - Por supuesto. -Carlos se quedó pensativo-
 “Comenzamos ha bajar las escaleras a un ritmo pausado, cada uno por nuestros propios motivos personales, nos hallábamos escasos de moral.”
 - De ahora en adelante, ya que compartes mi pequeño secreto, te agradecería que te refirieras a él con un mínimo de respeto... Es mi padre después de todo.
 - Perdona... Se me fue el Santo al cielo.
 “Nos miramos con cara de amigos que se despiden por un prolongadísimo periodo de tiempo, nos reímos un poco. Carlos sabía que su secreto estaba seguro conmigo.”
 - Vete a la Mierda. -Se desahogó Carlos- 
 - Y que tú me acompañes todo el trayecto para verlo.
 “Llegamos al final de las escaleras y miré hacía arriba, conté 18 escalones, demasiados para una persona mayor. Giramos a nuestra izquierda para enfilar el prolongado pasillo en dirección a la rustica cocina.”
 - Podíamos salir por la puerta lateral y nos ahorraríamos pasar por delante de la habitación de la abuela. 
 - De acuerdo, todo con tal de evitar un encontronazo en el pasillo. -asentí- 
 “Salimos por la puerta lateral y dejando los secos rosales a la derecha buscamos la entrada principal en silencio. Pasando entre los coches aparcados me fije en sus matriculas y eché en falta el de mi padre. El todo- terreno de los cazadores ya no estaba. Nos colamos dentro, enfilando nuestros pasos hacia la cocina.”
 - No hago más que pensar en comida, proteínas, vitaminas, calorías, fibra, hidratos de carbono, lo que sea.




- No me digas que el sagucho del Vaticano que oficiara la misa es el Padre de la parroquia de A. - Por supuesto. -Carlos se quedó pensativo- “Comenzamos ha bajar las escaleras a un ritmo pausado, cada uno por nuestros propios motivos personales, nos hallábamos escasos de moral.” - De ahora en adelante, ya que compartes mi pequeño secreto, te agradecería que te refirieras a él con un mínimo de respeto... Es mi padre después de todo. - Perdona... Se me fue el Santo al cielo. “Nos miramos con cara de amigos que se despiden por un prolongadísimo periodo de tiempo, nos reímos un poco. Carlos sabía que su secreto estaba seguro conmigo.” - Vete a la Mierda. -Se desahogó Carlos- - Y que tú me acompañes todo el trayecto para verlo. “Llegamos al final de las escaleras y miré hacía arriba, conté 18 escalones, demasiados para una persona mayor. Giramos a nuestra izquierda para enfilar el prolongado pasillo en dirección a la rustica cocina.” - Podíamos salir por la puerta lateral y nos ahorraríamos pasar por delante de la habitación de la abuela. - De acuerdo, todo con tal de evitar un encontronazo en el pasillo. -asentí- “Salimos por la puerta lateral y dejando los secos rosales a la derecha buscamos la entrada principal en silencio. Pasando entre los coches aparcados me fije en sus matriculas y eché en falta el de mi padre. El todo- terreno de los cazadores ya no estaba. Nos colamos dentro, enfilando nuestros pasos hacia la cocina.” - No hago más que pensar en comida, proteínas, vitaminas, calorías, fibra, hidratos de carbono, lo que sea.



Arte inconformista.

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