Llegas a un pueblo donde no conoces a nadie, descargas la materia prima necesaria para el montaje de la exposición. Algunos vecinos se giran al ver ciertos cuadros de gran formato y de contenido políticamente incorrecto, hay caras de estupor en algunas personas, y de cierta afinidad en los semblantes de otros vecinos.
Las obras son expuestas en un orden inicial que obedece a si forman parte de una serie o no, se sitúan unas cuantas agarradas de las manos por orden cronológico, otras se colocan anárquicamente a su antojo puramente aleatorio.
Llega el día de la inauguración, entran los primeros visitantes y me siento igual de expuesto que en una playa nudista donde no hace más que llegar gente vestida.
Hay obras de contenido explicito que dejan al autor en cueros sicológicamente. Se pela el cuerpo como la piel de una naranja para dejar al descubierto los gajos de nuestra personalidad. Ser introvertido y exponerme a los demás a través de mis cuadros, es una de las cosas de esta vida que más estimulan el más ancestral de los instintos animales: La supervivencia, la huida, el ataque...
¡Qué corra la adrenalina!
Percibió el movimiento como un marcador de la realidad, realidad efímera condicionada por el paso del tiempo. Creyó entender por un momento que no es el tiempo el que pasa, sino las cosas y seres que se mueven o son movidas. El tic, tac del reloj atrajo su atención, el segundero se movía mientras el tiempo descansaba.
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lunes, marzo 02, 2009
Exposición en Arrigorriaga 1 - 10 de octubre de 2008.
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