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sábado, marzo 28, 2009

3 entrega.


“Personalmente, siempre pensé que una de las primeras paridas que la infinitamente “sabia” mente del hombre invento, un día en que mejor hubiera hecho arrojándose de cabeza a un barranco, fue el concepto de familia patriarcal. Por que la cruel realidad es que de un mal invento se trata. La familia resulta ejercer el papel de un micro-estado, sobre el que se asienta y fundamenta ese macro-estado al que todos por desgracia conocemos por su vampirismo, buitreo, y avanzado grado de descomposición social.
Mi familia por parte materna presenta varias similitudes con este arcaico sistema en el que nos a tocado vivir. Al igual que este, se encuentra en gran medida dividido geográficamente, y sobre todo, no comulgan en lo mas mínimo ideológicamente.
No es que sea una división política ni mucho menos, sencillamente es qué aproximadamente el cincuenta por
ciento de la familia, no puede ver al resto ni en pintura... Cuestión de escrúpulos, por ejemplo, a la hora de introducir en el país cocaína.”

- Bueno, dejas de soñar y me prestas una pizca de atención, si no resulta pedir demasiado para ti...

“Con un berrido Carlos me sacó de mi ensimismamiento.”

- ¡he!... sigue Primo, estaba pensando en un invento.

- ¿En un invento? –-Se sorprendió Carlos-

- Sí Carlos, en un puto invento llamado familia.

“Sonó un pitido agudo, y el último vagón de aquel tren comenzó a padecer los tirones de arranque iniciales de un potentísimo motor eléctrico.”

- Como te iba diciendo, -continuó- mi madre me contó, después de la trifulca familiar y bajo los efectos de un fuerte remordimiento de conciencia, los tejemanejes de esta ahora lo se, sorprendente familia...

- Cuéntame algo concreto, -bramé yo- me tienes en vilo.

- Abel... ¿Sabes lo que es el bloque norte?

- Creo tener entendido, -conteste- que es la facción familiar que sigue sin hacer preguntas la estela de tío Antonio.

- Más o menos, -suspiraba con resignación Carlos- se puede afirmar que por desgracia es así... Pero ¿Sabes como consiguió Antonio separar sus negocios e intereses de la gran y poderosa matriarca?

- Pues no... Lo ignoro. -le conteste-

“Me empezaban a joder los adjetivos que utilizaba Carlos para definir al clan familiar: Poderosa, honorable... Seria cosa de la gran resaca que nos ofuscaba el pensamiento.
Fuera, en la fría noche, sonó un pitido.”

- Deberías saber, -prosiguió mi primo con su relato- que nuestra abuela Carmen heredó de nuestro difunto abuelo
cinco pequeños barcos de bajura, que aparte de las tradicionales operaciones de pesca, se dedicaban a la
no menos tradicional faena de hacer contrabando con alcohol y tabaco.

- Algo parecido he oído en casa de toda la vida.-le dije-

“Esto no se cuenta a nadie, solía decir mi madre en la mesa cuando se tocaba el más que controvertido tema en las comidas familiares.”

- La cuestión, -seguía diciendo Carlos- es que tío Antonio allá por los años setenta, comenzó ha utilizar esta podríamos llamar infraestructura, para introducir pequeñas cantidades de cocaína en la península a espaldas de la abuela.

-¿Carmen no se percató -pregunté- de lo hacía tío Antonio?

“Me extrañaba sobremanera, con la fama que siempre tuvo de astuta y resabida mujer.”

- Antonio contaba con el apoyo de los cinco tripulantes de uno de los barcos -me informó mientras tiraba la ceniza de su cigarro al suelo del compartimiento- y cuando la abuela se entero de que algo olía mal y lo expulsó del negocio, era demasiado tarde para frenar a Tío. Este disponía ya del dinero necesario para comprar
cuatro viejos y vetustos barcos, que le sirvieron de base para su futura prosperidad.

- Y a partir de ahí –-empecé a deducir- se construyó esa tapadera de legalidad aparente de la que disfruta hoy ¿No?
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