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lunes, enero 25, 2010

18ª Entrega.

El lobo Gallego.

- Por mi de acuerdo, -respondí- por cierto, no se como lo vas ha encajar, si te pregunto por el tío Juan... ¿Es tocayo del Tío Antonio, no.

- La respuesta es afirmativa, en el tiempo ha demostrado ser un fiel baluarte del “Guindilla.”
¿Qué sabes de él?

“El reflejo de la luna bailó fugazmente en una laguna.”

- Poca cosa, nunca lo he visto, las dos veces que he visitado a la familia él estaba ausente. Se por mi madre que es el segundo de los hermanos, que estuvo en Rusia con la división azul, y que es bastante inestable.

“Encendí el “peta” mientras la luna se cubría las vergüenzas con una nube.”

- Sabes... te voy ha contar algo interesante sobre su vida. Y entérate de que lo que a continuación te narrare, no lo sé por ninguna confidencia hecha en un tenebroso confesionario, lo oí de sus propios labios...
"no lo sé por ninguna confidencia hecha en un tenebroso confesionario...
..."

- ¿Y? -inquirí-

- ...Antes debo atender una acuciante necesidad fisiológica... Me meo...

“Carlos abandonó el compartimiento y cerró con fuerza la puerta corredera tras de si.
Haciendo un supremo acopio de fuerza de voluntad me incorpore hasta quedar sentado, di dos caladas al porro y me levante. Baje la ventanilla, y un gélido viento nocturno me abofeteo sin piedad la cara.
El tren en aquellos precisos momentos comenzó ha entrar en una pronunciada curva, yo medio asome la cabeza por la abertura de la ventanilla y de mis ojos empezaron ha brotar lagrimas casi de inmediato.
Pasados unos segundos pude ver toda la longitud de aquel convoy ferroviario amoldándose a la curva, todos y cada uno de los vagones aparecían iluminados cual árboles de Navidad, gracias al efecto distorsionador que producían en mis ojos las lagrimas arrancadas por el helado viento.
Mientras la locomotora tiraba con fuerza de los vagones, mi mente se iba liberando y quedó literalmente al ralentí. La sensación de frío, de velocidad, y la belleza plástica de aquel tren cortando la noche como una flecha en busca del blanco, me extrajo de la realidad de aquel habitáculo.








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