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jueves, octubre 14, 2010

29ª entrega "El lobo Gallego"

El lobo Gallego.

- Toma... Estaban en el suelo...

“Las cogí de su mano y me las puse... La visión recuperó la normalidad y me centre, o por lo menos lo intenté.”

- ¿No me recuerdas? Soy Maxi... Tu primo... Al final volveréis dormidos a San Sebastián...

“Gesticulaba aquella boca tocada con un fino bigote que afianzaba su imagen de autoridad armada.”

- ¡Joder!... Que susto me has dado. Podías haber esperado a que el interventor nos hubiera encontrado y despertado.

“Había conseguido enfadarme, ¿Pero quien hostias se creía que era?

- Lo siento...
- Vaya... Yo lo he sentido más.

- ¡Hostias! ¿Qué haces tú aquí? -Exclamó y preguntó Carlos-

“¡Vaya por Dios! Estaba claro que lo que ocurriera en la periferia de mi campo visual era aún una asignatura pendiente. No me había fijado ni en como se incorporaba, ni en como se frotaba los ojos.”

- Vengo ha llevaros al pueblo. -Respondió Maxi-

“Carlos y yo nos miramos furtivamente, la complicidad se activo, y nos sentimos en la misma condición que unas ratitas rascándose la cabeza en el laberinto de un laboratorio.”

- Pero, ¿No habíamos quedado en que venia ha buscarnos mi cuñado Mariano?

- Llegaron muy tarde y cansados, y me pidieron que si podía acercaros que lo hiciera. Total me cae de paso.

- ¿En el coche patrulla? -Pregunté hastiado-

- Pues si.

- ¡Qué bien! -Suspiró irónicamente Carlos-

- ¿Tenéis algún prejuicio hacía los coches policiales?


“Era soberanamente increíble, que aquel cerebro-piara no comprendiera, solamente por nuestra forma de vestir, cual era nuestro punto de vista y nuestra opinión sobre la policía en general, y sobre el “cuerpo” al que pertenecía en particular.”

“Carlos y yo nos miramos furtivamente, la complicidad se activo, y nos sentimos en la misma condición que unas ratitas rascándose la cabeza en el laberinto de un laboratorio.”
...

Página 41.


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