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sábado, octubre 23, 2010

Nostalgia

                                                Nostalgia                                                            


Los rayos de Sol reflejados en las motas de polvo en suspensión brillaban efímeros pero con intensidad. Las baldosas de color terroso de la cocina estaban tibias al tacto, su superficie se ofrecía rugosa, olía a guiso en lenta ebullición. Las plantas del balcón se preparaban para el otoño, ofreciendo una completa paleta de colores.

El muchacho observaba todo lo que le rodeaba desde un ángulo de visión situado a ras del suelo. De esta manera acercaba sus ojos a objetos que en estado erguido se le antojaban lejanos y empequeñecidos. Las patas de la gran mesa y sus cuatro sillas ofrecían su verdadera dimensión allí, tumbado en el suelo.

La perrita de nombre KUKI, acudió rauda a lamer la cara de su compañero de juegos iluminada por el tenue resplandor del sol de aquella tarde de finales de verano.

La atmosfera en aquella gran cocina era una verdadera obra impresionista en movimiento.

La tibieza de las baldosas traspasaba la fina camiseta del muchacho, la sensación era de completa relajación.

Cobraba consciencia del paso del tiempo, y lo que antes en su joven existencia se le antojaba inamovible, ahora lo percibía como volátil y efímero.

Las figuras paterna y materna se recortaban a contraluz de las puertas del balcón.

Ya no parecían eternos.

Su mundo se tambaleo por primera vez, la cimentación sufrió un duro revés.

El sol seguía brillando en su trono, las motas de polvo marcaban su propio ritmo de sedimentación mecidas por la suave brisa que se colaba por las puertas abiertas de la balconada. Los progenitores trajinaban en la cocina, desde su ángulo de visión todo eran patas. Unas estáticas, otras en movimiento, pero ofreciendo todas ellas una hermosa coreografía a sus ojos.

KUKI intentaba conseguir su botín culinario del día pidiendo he insistiendo, rascando para ello las piernas de los padres. Fue recriminada verbalmente y ella se alejo con su vianda en las fauces.

Percibió el movimiento como un marcador de la realidad, realidad efímera condicionada por el paso del tiempo. Creyó entender por un momento que no es el tiempo el que pasa, sino las cosas y seres que se mueven o son movidas. El tic, tac del reloj atrajo su atención, el segundero se movía mientras el tiempo descansaba.

Su joven mente necesito tiempo para digerir el hecho de que él también se movía, ¡Y cuanto!

¿Sera que nuestro movimiento marca nuestro destino? –se pregunto-

¿Qué hacer?

Conservar aquella imagen como un tesoro, poniéndola a salvo por el momento del fatídico paso del tiempo. O mas bien intentar proyectarla más allá del alcance del mismo, convirtiéndola en un puntito brillante en el cielo.

Un nuevo lametón de KUKI en la cara le hizo enfocar la vista en los brillantes ojos de la perra, se vio reflejado en ellos y por un momento sintió una extraña sensación de estar en comunión total con el animal. El cariño que sentía por ella se acrecentó exponencialmente.

Juro recordar aquella imagen sensorial hasta el último de sus días.

Percibió el movimiento como un marcador de la realidad, realidad efímera condicionada por el paso del tiempo....

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