Percibió el movimiento como un marcador de la realidad, realidad efímera condicionada por el paso del tiempo. Creyó entender por un momento que no es el tiempo el que pasa, sino las cosas y seres que se mueven o son movidas. El tic, tac del reloj atrajo su atención, el segundero se movía mientras el tiempo descansaba.
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viernes, diciembre 31, 2010
"Calendario"
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"Solitaria"
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jueves, diciembre 23, 2010
"Irena"
Una bella historia encontrada en la red.
Una señora de 98 años llamada Irena acaba de fallecer. Durante la 2da. Guerra mundial, Irena consiguió un permiso para trabajar en el Ghetto de Varsovia, como especialista de alcantarillado y tuberías. Pero sus planes iban mas allá... Sabía cuales eran los planes de los nazis para los judíos (siendo alemana). Irena pasaba niños escondidos en el fondo de su caja de herramientas y llevaba un saco de arpillera en la parte de atrás de su camioneta (para niños de mayor tamaño). También llevaba en la parte de atrás un perro al que entrenó para ladrar a los soldados nazis cuando salía y entraba del Ghetto. Por supuesto, los soldados no querían tener nada que ver con el perro y los ladridos ocultaban los ruidos de los niños. Mientras estuvo haciendo esto consiguió sacar de allí y salvar a 2500 niños. Los nazis la cogieron y le rompieron ambas piernas, los brazos y le pegaron brutalmente. Irena mantenía un registro de los nombres de todos lo niños que sacó y lo guardaba en un tarro de cristal enterrado bajo un árbol en su jardín. Después de la guerra, intentó localizar a los padres que pudieran haber sobrevivido y reunir a la familia. La mayoría habían sido llevados a la cámara de gas. Aquellos niños a los que ayudó encontraron casas de acogida o fueron adoptados.
El año pasado Irena fue propuesta para recibir el Premio Nobel de la Paz. Pero no fue seleccionada. Se lo llevó Al Gore, por unas diapositivas sobre el Calentamiento Global y en 2009, Obama sólo por buenas intenciones.
Esta claro que ciertos reconocimientos internacionales en formato de premio, adolecen de ceguera total. Su valor es solamente el que viene en el cheque anexo.
Podéis visitar el blog aquí:
Libertad.http://www.contactoalegrias-mimi.blogspot.com/
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domingo, diciembre 12, 2010
36ª entrega
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sábado, diciembre 04, 2010
35ª enterga.
- ¡Pero que pasa! ¿Qué mierda elevada al cubo es esta?
“El taxi aceleró y se perdió entre el trafico en pocos segundos.”
- Mil pesetas -le reté de nuevo sonriendo por si colaba y recuperaba mi “talego”- a que el próximo taxi lo cogemos nosotros.
- ¿Sabes por donde te puedes meter tus apuestas? -Fue lo que conseguí por respuesta-
- Creo hacerme una ligera idea -le miré- de a que parte de mi anatomía te refieres.
“Urge en mi bolsillo y extraje un billete verde, se lo ofrecí a Carlos, que lo acepto sin ningún tipo de escrúpulos. Todo fuera en aras de la cordialidad.”
- ¿Estas seguro que no hay autobuses que pasen por el pueblo, o cerca de él?
- Oye... Llevo viviendo toda la vida aquí, y sé lo que hay, y lo que no hay.
“La lluvia sin previo aviso arreció, aumentando y amplificando el repiqueteo húmedo que producían las gotas de lluvia al impactar con violencia en la acera. Nos fusionamos con la pared.
El agua caía a menos de treinta centímetros de nuestras caras, salpicando nuestras botas y la parte baja de nuestras perneras. Indudablemente, la situación empezaba ha ser de lo más desagradable bajo aquella cornisa.”
- “Mi tierra gallega, donde el cielo es siempre gris...”
“Inició Carlos un canto de “Siniestro total” en galego, que no me atrevo ha poner por escrito.”
- No hace falta que lo jures... Ni que lo cantes, solo vas a conseguir agravar las condiciones climáticas...
- ...El pazo de Meirás... -Insistía Carlos-
- Vamos dentro, me estoy calando los pies... y deja de cantar, lo haces fatal.
“Carlos dejó de cantar, y en el clima se empezó ha notar.”
- ¡Espera! -Me agarró del brazo- creo que por allí viene un taxi.
“Aquello era como una de las siete maravillas del mundo antiguo, una gratificante visión.
Era verdad que se acercaba un taxi, describiendo la misma trayectoria que el “Patrol” de Maxi. Con la única diferencia que estaciono en su para ello indicada parada. Nada mas detener el motor...”
- Toma...
“Carlos me dio su mochila y salió corriendo de la misma manera que un poseso, en dirección al taxi recién estacionado, abordándolo como un autentico corsario del siglo XVI.
La puerta del conductor se abrió y por ella salió el taxista, que al instante accionó un paraguas automático bajo el cual se refugió.
Se dirigió a la parte trasera del coche al encuentro de Carlos, que no perdió la oportunidad de buscar cobijo bajo el negro paraguas.
Hablaron unos segundos... Sin esperar una señal salí corriendo lo mas deprisa que me permitían las dos mochilas... Jadeé... Antes de llegar a la altura del Mercedes el maletero ya estaba abierto.”
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miércoles, diciembre 01, 2010
"Acariciar los sueños de un niño"
lunes, noviembre 15, 2010
"Anulado"
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miércoles, noviembre 10, 2010
"Mujer mudando de piel"
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lunes, noviembre 08, 2010
"Espantacalvario"
“El Mesías de la biblia bajó a la tierra para ahuyentar a los impíos de corazón.
Su dedicación se centró en la protección de la cosecha humana que preparaba para su padre celestial.
Aves de mal agüero acechaban a sus discípulos con tentaciones mundanas, los deseos de la carne eran piedras en el camino.
Su deber consistía en espantar a tan oscuras aves y allanar el camino a sus seguidores.
La imagen del calvario fusionada con espantapájaros dio formato a esta obra.”
Su dedicación se centró en la protección de la cosecha humana que preparaba para su padre celestial.
Aves de mal agüero acechaban a sus discípulos con tentaciones mundanas, los deseos de la carne eran piedras en el camino.
Su deber consistía en espantar a tan oscuras aves y allanar el camino a sus seguidores.
La imagen del calvario fusionada con espantapájaros dio formato a esta obra.”
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domingo, noviembre 07, 2010
34ª entrega
El lobo Gallego.
“El Patrol se acercó a una velocidad muy moderada, manejado por nuestro primo Maxi con una excesiva cautela. Vista su cara de honda concentración, cualquiera afirmaría encontrarse ante un conductor novel.
El coche patrulla nos dejo a su izquierda, a una distancia inferior a los seis metros. Maxi no giro la cara siquiera.
Yo me inclino ha pensar, que seguramente necesitaba todas y cada una de sus escuálidas neuronas, para desenvolverse con normalidad entre el escaso trafico rodado.”
- ¡Será hijo de puta! ... Me debes dos “talegos” Abel. No ha mirado.
- Barkatu, pero solo te debo uno.
- Como que solo me debes uno. -Comenzó ha gruñirme Carlos al mas puro estilo gallego-
- Recuerda, que yo te he apostado uno a que no paraba.
- Osea, que si llega ha mira, te debería yo a ti dos mil.
- Buen matemático, -le aseguré- era una buena apuesta, dos contra uno, mala suerte para mí.
- Vete al pedo y piérdete.
- De que te quejas, has ganado pasta en la primera muestra de buena suerte que tienes desde que iniciamos este funesto periplo.
“Al mismo tiempo que Carlos y yo discutíamos de finanzas, un taxi para prácticamente delante de nuestras narices y nosotros ni nos enteramos.
Cuando nos percatamos de su presencia, solo fue para ver como una vieja lo abordaba por la puerta trasera del lado del copiloto.”
Página 44.
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“El Patrol se acercó a una velocidad muy moderada, manejado por nuestro primo Maxi con una excesiva cautela. Vista su cara de honda concentración, cualquiera afirmaría encontrarse ante un conductor novel.
El coche patrulla nos dejo a su izquierda, a una distancia inferior a los seis metros. Maxi no giro la cara siquiera.
Yo me inclino ha pensar, que seguramente necesitaba todas y cada una de sus escuálidas neuronas, para desenvolverse con normalidad entre el escaso trafico rodado.”
- ¡Será hijo de puta! ... Me debes dos “talegos” Abel. No ha mirado.
- Barkatu, pero solo te debo uno.
- Como que solo me debes uno. -Comenzó ha gruñirme Carlos al mas puro estilo gallego-
- Recuerda, que yo te he apostado uno a que no paraba.
- Osea, que si llega ha mira, te debería yo a ti dos mil.
- Buen matemático, -le aseguré- era una buena apuesta, dos contra uno, mala suerte para mí.
- Vete al pedo y piérdete.
- De que te quejas, has ganado pasta en la primera muestra de buena suerte que tienes desde que iniciamos este funesto periplo.
“Al mismo tiempo que Carlos y yo discutíamos de finanzas, un taxi para prácticamente delante de nuestras narices y nosotros ni nos enteramos.
Cuando nos percatamos de su presencia, solo fue para ver como una vieja lo abordaba por la puerta trasera del lado del copiloto.”
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33ª entrega
“Allí nos quedamos, mirando como la lluvia bombardeaba obstinadamente la solitaria parada de taxis. La providencia nos negaba el derecho a un confortable vehículo que nos acercara al pueblo.
Mi mente ante la mala suerte que nos perseguía por medía geografía ibérica, hizo un repaso y se detuvo en nuestro encuentro con Maxi.”
- Sabes... Me he ganado un enemigo. -Le mencioné a mi primo Carlos-
- Eso creo yo también... Mal asunto.
- Hubo un momento en el que Maxi tuvo la cara tan descompuesta, que le creí capaz de pegarme cuatro tiros allí mismo.
- Sí, la verdad es que ha sido un buen comienzo, no podemos quejarnos. “Hace un sol del carajo y tenemos decenas de taxistas peleándose por llevarnos.” -Carlos se perdió en sus pensamientos unos segundos-
Yo también he defraudado a nuestro primo policía. Recuerda sus palabras. Decididamente, somos unos inconscientes.
- Esto no puede estar ocurriendo... Pero ocurre.
“Mientras tanto, en la periferia de mi campo visual, justo en sus mismísimos limites, comenzó ha desplazarse un vehículo no identificado inicialmente por mi memoria consciente, de un color oliva subida de tono.
Gire la cabeza unos sesenta grados, y el verde objeto rodante en cuestión, se transformo gracias al buen enfoque ocular, en un “Patrol” de la policía.”
- ¿Hace un “talego” a que ese es Maxi? -Reté a Carlos con una pequeña apuesta-
- No, porque lo es.
- ¿Hace mil pelas a que no para? -Insistí con la apuesta-
- ¿Hacen dos a que ni siquiera mira? -Contraataco Carlos-
- Hecho. -Acepté por darle emoción-
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viernes, noviembre 05, 2010
32ª entrega
El lobo Gallego.
"Al fondo vi al interventor inspeccionando los compartimientos uno a uno. Salté sin demasiada confianza al andén, y sentí que había quemado una etapa de aquel viaje de marras.”
- Espérame pendejo norteño. -Gritó Carlos a mi espalda, me gire-
“Saltó del vagón y de no más de seis decididos pasos se coloco a mi altura. Sin más dilación nos encaminamos hacía la salida de aquella ratonera, que era la estación de A Coruña.”
- ¡Oye! ¿Dónde está la banda de música? Y la frenética multitud que debería agasajarnos. ¿Dónde se ha metido?
“No pude evitar echarme en brazos de la risa mientras bajábamos las escaleras del paso subterráneo, aplacado el ataque de hilaridad subimos al otro anden.”
- Si hombre, la limusina en la puerta, el chofer esperando, la escolta presta... -Añadí-
- Por favor, no menciones ni escoltas, ni símiles policiales.
- Tienes razón...
“Cruzamos la puerta interior de la estación esquivando grupos dispersos de viajeros con sus consabidas cargas de equipaje. Se imponía un desayuno en toda regla."
- ¿Desayunamos? –-Pregunte al aire-
- Creo que no, adolecemos de falta de tiempo.
“Pasábamos al pie de una cafetería que emanaba aromas a repostería y café recién hecho."
- Me tienes que convencer, como te puedes resistir a ese olor.
- Tú mismo lo dijiste en el tren, nos urge que hable con mi madre... Ya desayunaremos allí.
- Permíteme que haga una cosa, ahora que no la veo ocupada...
“Me lancé como un poseso en dirección a la cafetería y compre dos palmeras de chocolate, el café tendría que esperar.”
- Toma el cambio, gracias.
- Adiós, que tenga un buen día.
“Carlos observaba mi zalamería con el sexo opuesto y esperaba ansioso su parte de repostería industrial.”
- No se si te lo mereces, -le tendí una palmera- con lo bien que nos iba ha sentar un zumo y un café con...
- Lo primero es llegar al pueblo de una maldita vez...
“Carlos dejó de hablar, y yo de prestarle atención. Devoramos las palmeras y nos relamimos como gatos.”
- ¿Va?
- Venga.
“Cruzamos la puerta de la estación esquivando a un matrimonio mayor.
A los tres metros de rebasar la entrada exterior, las gotas de lluvia que se estrellaban contra el suelo con el mismo ímpetu de los kamikazes nos frenó en “seco”.
- ¡Putada!... -exclamo Carlos-
- Decididamente, estamos en racha.
Página 44.
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"Al fondo vi al interventor inspeccionando los compartimientos uno a uno. Salté sin demasiada confianza al andén, y sentí que había quemado una etapa de aquel viaje de marras.”
- Espérame pendejo norteño. -Gritó Carlos a mi espalda, me gire-
“Saltó del vagón y de no más de seis decididos pasos se coloco a mi altura. Sin más dilación nos encaminamos hacía la salida de aquella ratonera, que era la estación de A Coruña.”
- ¡Oye! ¿Dónde está la banda de música? Y la frenética multitud que debería agasajarnos. ¿Dónde se ha metido?
“No pude evitar echarme en brazos de la risa mientras bajábamos las escaleras del paso subterráneo, aplacado el ataque de hilaridad subimos al otro anden.”
- Si hombre, la limusina en la puerta, el chofer esperando, la escolta presta... -Añadí-
- Por favor, no menciones ni escoltas, ni símiles policiales.
- Tienes razón...
“Cruzamos la puerta interior de la estación esquivando grupos dispersos de viajeros con sus consabidas cargas de equipaje. Se imponía un desayuno en toda regla."
- ¿Desayunamos? –-Pregunte al aire-
- Creo que no, adolecemos de falta de tiempo.
“Pasábamos al pie de una cafetería que emanaba aromas a repostería y café recién hecho."
- Me tienes que convencer, como te puedes resistir a ese olor.
- Tú mismo lo dijiste en el tren, nos urge que hable con mi madre... Ya desayunaremos allí.
- Permíteme que haga una cosa, ahora que no la veo ocupada...
“Me lancé como un poseso en dirección a la cafetería y compre dos palmeras de chocolate, el café tendría que esperar.”
- Toma el cambio, gracias.
- Adiós, que tenga un buen día.
“Carlos observaba mi zalamería con el sexo opuesto y esperaba ansioso su parte de repostería industrial.”
- No se si te lo mereces, -le tendí una palmera- con lo bien que nos iba ha sentar un zumo y un café con...
- Lo primero es llegar al pueblo de una maldita vez...
“Carlos dejó de hablar, y yo de prestarle atención. Devoramos las palmeras y nos relamimos como gatos.”
- ¿Va?
- Venga.
“Cruzamos la puerta de la estación esquivando a un matrimonio mayor.
A los tres metros de rebasar la entrada exterior, las gotas de lluvia que se estrellaban contra el suelo con el mismo ímpetu de los kamikazes nos frenó en “seco”.
- ¡Putada!... -exclamo Carlos-
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lunes, noviembre 01, 2010
Eli
Su imagen en la fotografía se desvanece degradada por tantos años de exposición al sol. La hojarasca del otoño cruje al ser mecida por el viento, al tiempo que acaricia su joven rostro. El panteón presenta un aspecto descuidado, como si hiciera mucho tiempo que nadie lo adecenta, el olvido sigue con su infatigable labor.
Eli era su nombre, por el que la llamaban sus seres queridos. Su cara desdibujada por la caída de los meses se me antoja muy años 70 del pasado siglo, era jipi. Nada indica ni su primer, ni su último día. Su edad desconocida, sus apellidos un insondable misterio.
El viento narra posibles historias que la arropen de contenido nebuloso. Eli zarpó en un barco llamado olvido un desconocido día, de un mes misterioso del año más oculto.
Feliz travesía.
Eli era su nombre, por el que la llamaban sus seres queridos. Su cara desdibujada por la caída de los meses se me antoja muy años 70 del pasado siglo, era jipi. Nada indica ni su primer, ni su último día. Su edad desconocida, sus apellidos un insondable misterio.
El viento narra posibles historias que la arropen de contenido nebuloso. Eli zarpó en un barco llamado olvido un desconocido día, de un mes misterioso del año más oculto.
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viernes, octubre 29, 2010
31ª entrega
El lobo Gallego.
- Mira “primo” no te lo tomes como algo personal, es simplemente una cuestión de principios.
Si hubieras venido de paisano y con tu coche particular, no tendría ningún reparo en que nos llevaras.
Pero de esta manera no me queda mas remedio que ir pensando en desayunar algo, y buscar un taxi.
- ¿Y tú que opinas? –-Se dirigió a Carlos, que parecía haberse recuperado ya de la sorpresa originada en él, gracias a mi poca podríamos decir, diplomacia-
- Pues bueno... -Dudó un rato-... Teniendo en cuenta que he pasado el mal trago de este viaje con él, y que más o menos convergen en el mismo punto nuestras opiniones respecto a este asunto en concreto, creo que yo también pienso en la posibilidad de un taxi.
“Maxi en esos momentos parecía a punto de estallar en innumerables pedazos.”
- No me esperaba este desprecio por tu parte... -La ira inmensa que le ofuscaba sin tregua, no le dejaba articular correctamente las palabras-... De este es posible, -me miró ceñudamente- pero tú me has defraudado. Ya nos veremos.
“Dio medía vuelta y prácticamente marcando el paso de la oca abandono el compartimiento.
Carlos y yo nos quedamos mirando fijamente la puerta abierta.
Transcurridos unos minutos en total silencio por nuestra parte, me puse la cazadora de cuero, me enfunde las botas, recogí y cerré mi mochila, para abandonar aquel habitáculo sin mirar siquiera si me dejaba algo.
El pasillo lateral del vagón aparecía despejado de viajeros. ¿Dónde estaba el bullicio del tren al llegar a la última estación? ¿Cuánto tiempo llevaba aquel tren parado mientras dormíamos?
Página 41.
- Mira “primo” no te lo tomes como algo personal, es simplemente una cuestión de principios.
Si hubieras venido de paisano y con tu coche particular, no tendría ningún reparo en que nos llevaras.
Pero de esta manera no me queda mas remedio que ir pensando en desayunar algo, y buscar un taxi.
- ¿Y tú que opinas? –-Se dirigió a Carlos, que parecía haberse recuperado ya de la sorpresa originada en él, gracias a mi poca podríamos decir, diplomacia-
- Pues bueno... -Dudó un rato-... Teniendo en cuenta que he pasado el mal trago de este viaje con él, y que más o menos convergen en el mismo punto nuestras opiniones respecto a este asunto en concreto, creo que yo también pienso en la posibilidad de un taxi.
“Maxi en esos momentos parecía a punto de estallar en innumerables pedazos.”
- No me esperaba este desprecio por tu parte... -La ira inmensa que le ofuscaba sin tregua, no le dejaba articular correctamente las palabras-... De este es posible, -me miró ceñudamente- pero tú me has defraudado. Ya nos veremos.
“Dio medía vuelta y prácticamente marcando el paso de la oca abandono el compartimiento.
Carlos y yo nos quedamos mirando fijamente la puerta abierta.
Transcurridos unos minutos en total silencio por nuestra parte, me puse la cazadora de cuero, me enfunde las botas, recogí y cerré mi mochila, para abandonar aquel habitáculo sin mirar siquiera si me dejaba algo.
El pasillo lateral del vagón aparecía despejado de viajeros. ¿Dónde estaba el bullicio del tren al llegar a la última estación? ¿Cuánto tiempo llevaba aquel tren parado mientras dormíamos?
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sábado, octubre 23, 2010
Nostalgia
Nostalgia
Los rayos de Sol reflejados en las motas de polvo en suspensión brillaban efímeros pero con intensidad. Las baldosas de color terroso de la cocina estaban tibias al tacto, su superficie se ofrecía rugosa, olía a guiso en lenta ebullición. Las plantas del balcón se preparaban para el otoño, ofreciendo una completa paleta de colores.
El muchacho observaba todo lo que le rodeaba desde un ángulo de visión situado a ras del suelo. De esta manera acercaba sus ojos a objetos que en estado erguido se le antojaban lejanos y empequeñecidos. Las patas de la gran mesa y sus cuatro sillas ofrecían su verdadera dimensión allí, tumbado en el suelo.
La perrita de nombre KUKI, acudió rauda a lamer la cara de su compañero de juegos iluminada por el tenue resplandor del sol de aquella tarde de finales de verano.
La atmosfera en aquella gran cocina era una verdadera obra impresionista en movimiento.
La tibieza de las baldosas traspasaba la fina camiseta del muchacho, la sensación era de completa relajación.
Cobraba consciencia del paso del tiempo, y lo que antes en su joven existencia se le antojaba inamovible, ahora lo percibía como volátil y efímero.
Las figuras paterna y materna se recortaban a contraluz de las puertas del balcón.
Ya no parecían eternos.
Su mundo se tambaleo por primera vez, la cimentación sufrió un duro revés.
El sol seguía brillando en su trono, las motas de polvo marcaban su propio ritmo de sedimentación mecidas por la suave brisa que se colaba por las puertas abiertas de la balconada. Los progenitores trajinaban en la cocina, desde su ángulo de visión todo eran patas. Unas estáticas, otras en movimiento, pero ofreciendo todas ellas una hermosa coreografía a sus ojos.
KUKI intentaba conseguir su botín culinario del día pidiendo he insistiendo, rascando para ello las piernas de los padres. Fue recriminada verbalmente y ella se alejo con su vianda en las fauces.
Percibió el movimiento como un marcador de la realidad, realidad efímera condicionada por el paso del tiempo. Creyó entender por un momento que no es el tiempo el que pasa, sino las cosas y seres que se mueven o son movidas. El tic, tac del reloj atrajo su atención, el segundero se movía mientras el tiempo descansaba.
Su joven mente necesito tiempo para digerir el hecho de que él también se movía, ¡Y cuanto!
¿Sera que nuestro movimiento marca nuestro destino? –se pregunto-
¿Qué hacer?
Conservar aquella imagen como un tesoro, poniéndola a salvo por el momento del fatídico paso del tiempo. O mas bien intentar proyectarla más allá del alcance del mismo, convirtiéndola en un puntito brillante en el cielo.
Un nuevo lametón de KUKI en la cara le hizo enfocar la vista en los brillantes ojos de la perra, se vio reflejado en ellos y por un momento sintió una extraña sensación de estar en comunión total con el animal. El cariño que sentía por ella se acrecentó exponencialmente.
Juro recordar aquella imagen sensorial hasta el último de sus días.
Los rayos de Sol reflejados en las motas de polvo en suspensión brillaban efímeros pero con intensidad. Las baldosas de color terroso de la cocina estaban tibias al tacto, su superficie se ofrecía rugosa, olía a guiso en lenta ebullición. Las plantas del balcón se preparaban para el otoño, ofreciendo una completa paleta de colores.
El muchacho observaba todo lo que le rodeaba desde un ángulo de visión situado a ras del suelo. De esta manera acercaba sus ojos a objetos que en estado erguido se le antojaban lejanos y empequeñecidos. Las patas de la gran mesa y sus cuatro sillas ofrecían su verdadera dimensión allí, tumbado en el suelo.
La perrita de nombre KUKI, acudió rauda a lamer la cara de su compañero de juegos iluminada por el tenue resplandor del sol de aquella tarde de finales de verano.
La atmosfera en aquella gran cocina era una verdadera obra impresionista en movimiento.
La tibieza de las baldosas traspasaba la fina camiseta del muchacho, la sensación era de completa relajación.
Cobraba consciencia del paso del tiempo, y lo que antes en su joven existencia se le antojaba inamovible, ahora lo percibía como volátil y efímero.
Las figuras paterna y materna se recortaban a contraluz de las puertas del balcón.
Ya no parecían eternos.
Su mundo se tambaleo por primera vez, la cimentación sufrió un duro revés.
El sol seguía brillando en su trono, las motas de polvo marcaban su propio ritmo de sedimentación mecidas por la suave brisa que se colaba por las puertas abiertas de la balconada. Los progenitores trajinaban en la cocina, desde su ángulo de visión todo eran patas. Unas estáticas, otras en movimiento, pero ofreciendo todas ellas una hermosa coreografía a sus ojos.
KUKI intentaba conseguir su botín culinario del día pidiendo he insistiendo, rascando para ello las piernas de los padres. Fue recriminada verbalmente y ella se alejo con su vianda en las fauces.
Percibió el movimiento como un marcador de la realidad, realidad efímera condicionada por el paso del tiempo. Creyó entender por un momento que no es el tiempo el que pasa, sino las cosas y seres que se mueven o son movidas. El tic, tac del reloj atrajo su atención, el segundero se movía mientras el tiempo descansaba.
Su joven mente necesito tiempo para digerir el hecho de que él también se movía, ¡Y cuanto!
¿Sera que nuestro movimiento marca nuestro destino? –se pregunto-
¿Qué hacer?
Conservar aquella imagen como un tesoro, poniéndola a salvo por el momento del fatídico paso del tiempo. O mas bien intentar proyectarla más allá del alcance del mismo, convirtiéndola en un puntito brillante en el cielo.
Un nuevo lametón de KUKI en la cara le hizo enfocar la vista en los brillantes ojos de la perra, se vio reflejado en ellos y por un momento sintió una extraña sensación de estar en comunión total con el animal. El cariño que sentía por ella se acrecentó exponencialmente.
Juro recordar aquella imagen sensorial hasta el último de sus días.
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viernes, octubre 22, 2010
30ª entrega
- De la misma manera que yo no te recogería en la estación de San Sebastián, para luego llevarte a tomar algo en ciertos ambientes, te pido a ti lo mismo...
“Intentó cortarme la palabra... Pero insistí.”
- ... prefiero mil veces, hacerme el camino de Santiago descalzo, que pasar una sola hora en tu gran coche patrulla...
- ¿Estas seguro?
- Por supuesto que estoy seguro... De hecho, es una de las pocas cosas que tengo claras ahora mismo.
“Carlos me miraba con ojos de alucinado, a pesar de que yo sabia de sobra que sus escrúpulos hacía Maxi y su coche, eran tan intensos por lo menos como los míos. Quizá me pase de rosca y no obre con la diplomacia requerida, que exigía aquella tensa y absurda situación. ¡Pero que cojones! La única manera de que un servidor entrara en un coche patrulla era esposado".
Por supuesto, la expresión facial de Maxi sufrió una metamorfosis, tirando hacia el cabreo generalizado.”
- ¿No quieres venir conmigo por mi trabajo?
“El compañero de Maxi se mostraba tenso, en otros tiempos más felices nos hubiera enseñado los principios Básicos del Franquismo, yo hablo, tú te callas.”
“Intentó cortarme la palabra... Pero insistí.”
- ... prefiero mil veces, hacerme el camino de Santiago descalzo, que pasar una sola hora en tu gran coche patrulla...
- ¿Estas seguro?
- Por supuesto que estoy seguro... De hecho, es una de las pocas cosas que tengo claras ahora mismo.
“Carlos me miraba con ojos de alucinado, a pesar de que yo sabia de sobra que sus escrúpulos hacía Maxi y su coche, eran tan intensos por lo menos como los míos. Quizá me pase de rosca y no obre con la diplomacia requerida, que exigía aquella tensa y absurda situación. ¡Pero que cojones! La única manera de que un servidor entrara en un coche patrulla era esposado".
Por supuesto, la expresión facial de Maxi sufrió una metamorfosis, tirando hacia el cabreo generalizado.”
- ¿No quieres venir conmigo por mi trabajo?
“El compañero de Maxi se mostraba tenso, en otros tiempos más felices nos hubiera enseñado los principios Básicos del Franquismo, yo hablo, tú te callas.”
miércoles, octubre 20, 2010
Desactiva el audio del reproductor de música
La pasión de un niño por las maquinas.
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martes, octubre 19, 2010
Patria
La Patria (del latín patria, familia o clan > patris, tierra paterna > pater, padre) suele designar la tierra natal o adoptiva a la que un individuo se siente ligado por vínculos de diversa índole, como afectivos, culturales o históricos.
Con lo cual interpreto que un verdadero patriota debe ser un ecologista practicante, una persona sensible con los demás, y con ciertas inquietudes culturales hacía lo que le rodea.
Personalmente no conozco a ninguno que reúna estos requisitos. En los medios tampoco aparecen por ninguna parte, toda la fauna de políticos mediocres que se nos muestra en el universo mediático no sería capaz de dar su vida por sus conciudadanos.Se les hincha a todos la boca con sus trapos de colores, cancioncillas que dan la risa y consignas del capital. Economistas de pacotilla que no saben por donde les vienen las hostias, constructores de dioses económicos con pies de barro, fomentadores del no compartir y del sálvese quien pueda.
La patria de los pícaros del siglo de las luces.
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jueves, octubre 14, 2010
29ª entrega "El lobo Gallego"
El lobo Gallego.
- Toma... Estaban en el suelo...
“Las cogí de su mano y me las puse... La visión recuperó la normalidad y me centre, o por lo menos lo intenté.”
- ¿No me recuerdas? Soy Maxi... Tu primo... Al final volveréis dormidos a San Sebastián...
“Gesticulaba aquella boca tocada con un fino bigote que afianzaba su imagen de autoridad armada.”
- ¡Joder!... Que susto me has dado. Podías haber esperado a que el interventor nos hubiera encontrado y despertado.
“Había conseguido enfadarme, ¿Pero quien hostias se creía que era?
- Lo siento...
- Vaya... Yo lo he sentido más.
- ¡Hostias! ¿Qué haces tú aquí? -Exclamó y preguntó Carlos-
“¡Vaya por Dios! Estaba claro que lo que ocurriera en la periferia de mi campo visual era aún una asignatura pendiente. No me había fijado ni en como se incorporaba, ni en como se frotaba los ojos.”
- Vengo ha llevaros al pueblo. -Respondió Maxi-
“Carlos y yo nos miramos furtivamente, la complicidad se activo, y nos sentimos en la misma condición que unas ratitas rascándose la cabeza en el laberinto de un laboratorio.”
- Pero, ¿No habíamos quedado en que venia ha buscarnos mi cuñado Mariano?
- Llegaron muy tarde y cansados, y me pidieron que si podía acercaros que lo hiciera. Total me cae de paso.
- ¿En el coche patrulla? -Pregunté hastiado-
- Pues si.
- ¡Qué bien! -Suspiró irónicamente Carlos-
- ¿Tenéis algún prejuicio hacía los coches policiales?
“Era soberanamente increíble, que aquel cerebro-piara no comprendiera, solamente por nuestra forma de vestir, cual era nuestro punto de vista y nuestra opinión sobre la policía en general, y sobre el “cuerpo” al que pertenecía en particular.”
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- Toma... Estaban en el suelo...
“Las cogí de su mano y me las puse... La visión recuperó la normalidad y me centre, o por lo menos lo intenté.”
- ¿No me recuerdas? Soy Maxi... Tu primo... Al final volveréis dormidos a San Sebastián...
“Gesticulaba aquella boca tocada con un fino bigote que afianzaba su imagen de autoridad armada.”
- ¡Joder!... Que susto me has dado. Podías haber esperado a que el interventor nos hubiera encontrado y despertado.
“Había conseguido enfadarme, ¿Pero quien hostias se creía que era?
- Lo siento...
- Vaya... Yo lo he sentido más.
- ¡Hostias! ¿Qué haces tú aquí? -Exclamó y preguntó Carlos-
“¡Vaya por Dios! Estaba claro que lo que ocurriera en la periferia de mi campo visual era aún una asignatura pendiente. No me había fijado ni en como se incorporaba, ni en como se frotaba los ojos.”
- Vengo ha llevaros al pueblo. -Respondió Maxi-
“Carlos y yo nos miramos furtivamente, la complicidad se activo, y nos sentimos en la misma condición que unas ratitas rascándose la cabeza en el laberinto de un laboratorio.”
- Pero, ¿No habíamos quedado en que venia ha buscarnos mi cuñado Mariano?
- Llegaron muy tarde y cansados, y me pidieron que si podía acercaros que lo hiciera. Total me cae de paso.
- ¿En el coche patrulla? -Pregunté hastiado-
- Pues si.
- ¡Qué bien! -Suspiró irónicamente Carlos-
- ¿Tenéis algún prejuicio hacía los coches policiales?
“Era soberanamente increíble, que aquel cerebro-piara no comprendiera, solamente por nuestra forma de vestir, cual era nuestro punto de vista y nuestra opinión sobre la policía en general, y sobre el “cuerpo” al que pertenecía en particular.”
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miércoles, octubre 06, 2010
Dalí
Una obsesión que invadió mi infancia con relojes fundidos por el tiempo, realismo inverosímil que atraía mi atención sobre lo que aparentemente no existía. Maestros que enseñaban desde reproducciones de dudosa calidad. Estilos y texturas que se insinuaban con maestría. Una deuda contraída con ellos sobre la percepción del tiempo y del espacio.
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sábado, octubre 02, 2010
28ª entrega
El lobo Gallego.
La tapa terminó su recorrido empujada por mi emancipada mano y lo que vi elevo la temperatura de mi plasma a un punto cercano al de la ebullición... El ataúd estaba lleno de pálidas cabezas sonrientemente decapitadas... Pude identificar la cabeza de Carlos con una mueca de horror dibujada en su boca. También estaba la de Juan, la de Celia, la de Claudia, la de Maximiliano y... ¡Mierda! Se me erizó el vello de todo el cuerpo, allí me encontraba, rígido como una maldita estatua de mármol de Carrara y observando con mis propios ojos mi decapitaday magullada cabeza apoyada en la de Antonio que sonreía como si aquello no fuera con él... Algo tibio empezó ha humedecer las perneras de mis pantalones... Pero mis ojos seguían hipnóticamente prendados con la visión de aquel racimo de cabezas familiares.
Una mano se cerró con fuerza sobre mi hombro, y me zarandeó.”
- Despierta Abel...
“Mi adormecido y maltratado cerebro situó la fuente de la que manaban aquellas palabras, en un punto intermedio situado entre los dos y los veinte metros.”
- Venga... Despertad...
“¡Carajo! Esta vez parecían sonar más cercanas. ¿A que distancia se situaría la boca que las paría? ¿Quizá un metro? ¿Quizá solo medio metro?”
- Pues si que están dormidos...
“Comentaba la boca de marras a una tercera o cuarta persona, a la que no lograba situar sin abrir los ojos, ni en el tiempo, ni en el espacio.
¿De que me sonaba a mí aquella voz? ¿De otra vida anterior? Ante la incertidumbre abrí muy despacio los ojos, mis párpados casi estaban pegados, mi visión agotada.Mi ojo derecho se abrió del todo, me frote con cuidado y busque sin encontrar mis gafas.
A pesar de las dos dioptrías, mi cerebro registró gracias a mis neuronas oculares una distorsionada imagen que me impresionó.
Una metralleta colgaba flácida del hombro de un personaje uniformado de verde. Di un apreciable respingo y me incorpore a la vez que un rotativo rojo giraba en mi cabeza. Mire en el interior de la mochila abierta y no encontré lo que buscaba. ¡Lo que me faltaba! Sin gafas... “
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Página 40.
La tapa terminó su recorrido empujada por mi emancipada mano y lo que vi elevo la temperatura de mi plasma a un punto cercano al de la ebullición... El ataúd estaba lleno de pálidas cabezas sonrientemente decapitadas... Pude identificar la cabeza de Carlos con una mueca de horror dibujada en su boca. También estaba la de Juan, la de Celia, la de Claudia, la de Maximiliano y... ¡Mierda! Se me erizó el vello de todo el cuerpo, allí me encontraba, rígido como una maldita estatua de mármol de Carrara y observando con mis propios ojos mi decapitaday magullada cabeza apoyada en la de Antonio que sonreía como si aquello no fuera con él... Algo tibio empezó ha humedecer las perneras de mis pantalones... Pero mis ojos seguían hipnóticamente prendados con la visión de aquel racimo de cabezas familiares.
Una mano se cerró con fuerza sobre mi hombro, y me zarandeó.”
- Despierta Abel...
“Mi adormecido y maltratado cerebro situó la fuente de la que manaban aquellas palabras, en un punto intermedio situado entre los dos y los veinte metros.”
- Venga... Despertad...
“¡Carajo! Esta vez parecían sonar más cercanas. ¿A que distancia se situaría la boca que las paría? ¿Quizá un metro? ¿Quizá solo medio metro?”
- Pues si que están dormidos...
“Comentaba la boca de marras a una tercera o cuarta persona, a la que no lograba situar sin abrir los ojos, ni en el tiempo, ni en el espacio.
¿De que me sonaba a mí aquella voz? ¿De otra vida anterior? Ante la incertidumbre abrí muy despacio los ojos, mis párpados casi estaban pegados, mi visión agotada.Mi ojo derecho se abrió del todo, me frote con cuidado y busque sin encontrar mis gafas.
A pesar de las dos dioptrías, mi cerebro registró gracias a mis neuronas oculares una distorsionada imagen que me impresionó.
Una metralleta colgaba flácida del hombro de un personaje uniformado de verde. Di un apreciable respingo y me incorpore a la vez que un rotativo rojo giraba en mi cabeza. Mire en el interior de la mochila abierta y no encontré lo que buscaba. ¡Lo que me faltaba! Sin gafas... “
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miércoles, septiembre 22, 2010
"La rabia"
El perro se revolvió asqueado ante la insistencia del muchacho que lo mareaba, las fauces del animal marcaron su impronta en la tersa piel del niño que por una vez fallo al esquivarlo. Una pequeña gota de sangre asomó por la piel punzada, la mirada del muchacho se clavó en los cuartos traseros del perro que huía perdiéndose en la dehesa.
Nunca podría alcanzarle. Además consideró que formaba parte de las reglas del juego con el animal al que consideraba su amigo.
A escondidas se lavó la pequeña herida. Decidió ocultar la nueva a sus padres y abuelos que lo habían reprendido muchas veces sobre los peligros de dar la lata en exceso a ciertos animales.
Cayó la noche de agosto en aquel pueblo extremeño y la familia reunida en vacaciones se junto para cenar. El niño sentado a la mesa se las vio y se las deseó para mantener oculta la herida del dorso de su mano izquierda.
Al termino de la cena vecinos y familiares se juntaron en la calle buscando la fresca de la noche. Unos sacaban sillas para sentarse, otros mantas para tumbarse en el suelo refrescado horas antes con baldes de agua. Los niños de la casa de enfrente gritaban liberados después de la condena de estar sentados a la mesa, salieron corriendo por la puerta asustando al gato que dormitaba en el “pollo” de la casa.
El muchacho estaba en una edad intermedia, jugaba con los más pequeños y gustaba de intentar descifrar el lenguaje que utilizaban los mayores cuando querían que los niños no entendieran de que hablaban.
La mano le dolía con una intensidad palpitante que lo dejaba desconcertado.
Las conversaciones de los adultos derivaban de un tema a otro con cierta facilidad, se tocaban todas las teclas del repertorio de la vida, anécdotas de gente ya difunta, la pertinaz sequía, noticias sobre vivos a los que hacía mucho que no se veía por el pueblo, las olivas, el vino, los animales…
La perra de tía Antonia, llamada Violeta, arrancó en persecución de una gata sin dueño pasando por encima de una de las mantas sin ocupar, los mayores reprimieron verbalmente al animal, incluso alguno fallo en el intento de golpearla en los cuartos traseros.
Perros... La noche engulló a perseguida y perseguidora.
El tema de conversación de los más altos de la calle roló hacía los perros y sus costumbres, la reminiscencia de animales ya desaparecidos que vivían en la memoria de quienes los habían querido. Los perros y sus enfermedades…
La conversación fluyó hacía el pueblo vecino y la historia de uno de sus mozos mordido por un perro rabioso en los años que las comunicaciones y la medicina moderna distaban un abismo de lo acostumbrado en la actualidad.
Leyenda y realidad se hermanaban en la historia del muchacho contagiado de rabia por un perro vagabundo. El chaval que oculto su herida en la pierna y enfermo a los pocos meses. Se volvió violento y sus mayores se vieron obligados a ha encadenarlo a un grueso y viejo olivo. El médico no pudo hacer nada por ayudarle dado el avance de la infección por sus neuronas y sistema nervioso. Observó atónito el delirio del muchacho encadenado hasta que entro en coma.
Al oír esta historia, el chaval mordido en la mano creyó que su destino estaba zanjado brutalmente. El miedo recorrió sus venas y de su boca no salió una sola palabra.
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domingo, septiembre 05, 2010
“A la orilla del mar”
La abrumadora soledad del niño sentado en la orilla de la playa, sus pies lamidos por las suaves olas de la marea baja, las lagrimas que resbalan por sus mejillas, la mar que las recoge en su regazo echándole su salado aliento en la carita.
La impronta grabada en la memoria del adulto que observa, viendo como la inocencia del niño es asediada por el malvado imperio de los mayores.
El renacer del niño reprimido que llevamos en las entrañas, un grito silencioso, ganas de despedazar el mundo entero para que renazca en pañales.
La infancia defendida sin cuartel, el niño arropado por las olas, el salitre sobre su morena piel, la inocente mirada que refleja la inmensidad del mar y de nuestra soledad.
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jueves, agosto 05, 2010
"Errante"
Andaba errante por calles que no conocía de nada. El sol se desperezaba en el cielo moteado de pequeñas nubes blancas. La luz del amanecer embellecía las monótonas fachadas del barrio. Las imágenes que registraban sus ojos parecían un espejismo de la vida misma. Nunca pensó en asociar el salvaje paisaje urbano con el trascurrir de la existencia misma.
Allá percibió una torre grúa que anunciaba el nacimiento de un nuevo edificio, edificio que cobijaría en su interior más historias humana s de las que puedo enumerar. La nueva vivienda crecería junto a sus hermanos mayores, que alegres, colgaban de sus ventanas y balcones telas de diferentes colores.
Los barrios se le antojaron familias enteras, y la ciudad resulto ser un pueblo de barrios. Vio casas adolescentes y construcciones de mediana edad. Asilos de edificios apuntalados y médicos que curaban los males de las edificaciones. Casas con graves casos de mala salud en sus estructuras y pisos que practicaban la cirugía estética pintando sus fachadas de alegres colores.
Había casas con diferentes nombres que señalaban su actividad, edificios para trabajar, para curar, para vivir, edificios para gobernar, y para retener, primeros hogares y últimas moradas, escuelas, universidades, cuarteles y un larguísimo etcétera.
Recordó la tristeza de las edificaciones abandonadas, su mobiliario revuelto y saqueado, las mil historias sin nombres que gritaban las paredes y los objetos restantes.
Observó camiones de obras cargados de escombros, que trasportaban los restos de la que había sido antaño una orgullosa edificación.
En aquellos ladrillos rotos vislumbro su futuro esqueleto secándose al sol.
¡Espera! Se dijo, lo más probable es que los restos de la vivienda fueran utilizados en una nueva edificación, mira por donde su mente se inclino por un breve periodo de tiempo hacia la teoría de la reencarnación.
Siguió vagando por calles que eran, son y serán, escenarios de nuestras vidas.
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martes, julio 13, 2010
Tía María
“Tía María”
María nació en el seno de una familia humilde y trabajadora. Fue la más joven de siete hermanos. Su infancia se columpió entre siembra y cosecha, entre sabores primarios y sonidos de campo.
Al tiempo que abandonaba la adolescencia, la vida le negó la pasión, castigándola con el único desamor de su existencia, que la marco de por vida en lo más intimo.
Cayeron las hojas del calendario en armoniosa cadencia, el pulso económico del país disgrego a su familia.
Las estaciones se sucedieron cada vez más rápido marchitando su follaje.
Su edad madura paso entre siembra y cosecha, entre sabores primarios y sonidos de campo.
Asistió al nacimiento de nuevas generaciones, enterrando en el camino a sus mayores.
Acabó sola y sin descendencia, habitó la casa de sus padres hasta el último aliento.
Una vela sigue ardiendo en otra dimensión en recuerdo de ella y sus ancestros, su tumba huele a olivos y su memoria sigue virgen.
Descansa en paz en el regazo de tus antepasados.
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viernes, julio 09, 2010
La caída
“La caída”
(El piloto de caza de combate)
La caída fue brutal, el paracaídas no se abrió correctamente, las mismas ramas que frenaron su velocidad impidiendo que se matara lo desollaron y golpearon en lo que resulto ser la mayor paliza de su vida.
“Varias aves alzaron el vuelo asustadas.”
Recobró el conocimiento un buen rato después del impacto contra el suelo, un pequeño manantial de sangre nacía en su oído izquierdo buscando su curso natural atraído por la fuerza de la gravedad.
“Su vista se entretuvo distraída en unas hormigas que marchaban a lomos de una hoja caída, el aire olía a humo.”
A pesar de la conmoción se percató de que no debía quitarse el casco, notaba su sangre deslizándose lentamente por el cuello. Alzó el visor con la mano derecha sintiendo un lacerante dolor que emergía del mismo tuétano.
“Entre las brumas de la conmoción vio la humareda de su avión estrellado.”
En los dos últimos años asistió a la pérdida de su fe en el ser humano, nada como una buena guerra para despojar al ser humano de su humanidad y dejar al descubierto sus vergüenzas.
“Surgió la bestia colectiva que llevaba dentro la especie humana.”
La destrucción resulto ser masiva en el llamado mundo civilizado. La población superviviente se refugiaba en las regiones más aisladas de sus respectivos países, él mismo formaba parte de uno de los últimos grupos gubernamentales operativos de su país que conformaba un micro estado en guerra con otros países desvertebrados que luchaban por un motivo alejado del génesis de aquella contienda. Una política de desarme nuclear redujo el arsenal de las principales potencias a mínimos históricos hacía solo diez años, eso los salvo como especie.
Los primeros compases de aquella guerra fueron tácticos, las cabezas nucleares existentes fueron en su mayoría utilizadas en intentar neutralizar la capacidad nuclear del adversario, pese a ello, desapareciendo varias capitales mundiales, y con ellas un gajo de la humanidad. Todos los satélites que giraban en órbita alrededor de la tierra fueron destruidos, la industria se paralizo por falta de energía, centrales térmicas y nucleares destruidas, pozos petrolíferos y de gas natural ardiendo, refinerías machacadas, presas y embalses atacados, minas inutilizadas, vías ferroviarias eliminadas, carreteras sin puentes que no llevaban a ninguna parte, y así una larga lista de objetivos cumplidos.
Le siguió una fase de casi un año de guerra convencional, se combatió con los recursos existentes en los arsenales, se lucho en el mar paralizando el comercio marítimo, se lucho en el aire destruyendo la práctica totalidad de la flota comercial aérea mundial utilizada en esa época para el traslado de tropas a los distintos frentes. Se combatió en tierra quedando la misma arruinada en gran parte para la práctica de la agricultura. El futuro anticipaba una era de hambre descarnada.
Se atacaron hospitales, colegios, universidades y todo tipo de instalaciones civiles, la red de agua potable desapareció en muchos países. Surgió el tifus, el cólera y demás enfermedades bacterianas.
Se calculaba que el 85% del personal médico del país había perecido en los ataques a centros hospitalarios de todo tipo en la denominada “operación sanitaria.”
“Solo de recordarlo se estremeció.”
Alzó la vista y se encontró con sus jóvenes ojos. El chaval que le apuntaba con la escopeta de cañones paralelos le recordaba a su propio hijo del que no sabía nada desde hacía 11 meses.
Pensó en los dos años precedentes y en cómo estos habían cincelado en el muchacho un rostro pétreo que miraba la vida de frente, no vio miedo en su mirada, solo desdén.
Tenía dificultades para respirar, le dolía el costado derecho una barbaridad, le costó hablar.
-¡Hola!
De entre los matorrales surgieron otros seis jóvenes de ambos sexos con escopetas recortadas. Pensó en sacar su arma, pero esta se había perdido en la caída.
La pequeña partida de preadolescentes hablo entre sí en su propia lengua. Creyó que la suerte le acompañaba por haber descendido a este lado de la frontera. El país vecino era aliado, pero tal estructura de poder se difuminaba en el humo de las explosiones. Esta guerra no tendría vencedores, solamente países desestructurados con diferentes grados de destrucción, los expertos que quedaba lo calculaban en un 90% a nivel estatal y en un 95% a nivel mundial.
(El muchacho)
El muchacho observó la caída del avión, vestía ropa de cazador muy holgada mimetizándose con el entorno a la perfección. Le pareció reconocer los colores de su antiguo país en las alas del caza de combate.
De niño jugó con esos aviones en miniatura, trabando épicos combates en las alturas del espacio aéreo de la cocina de su casa. Moscas y demás insectos eran el enemigo.
Años más tarde una de aquellas maquinas con otros colores en las alas, devastó su pueblo costero y a su familia. El jugaba en un monte cercano con sus amigos a las guerrillas, las chicas les siguieron a distancia para espiarles. Eso los salvo.
Todo empezó a ir mal el día que dejó de recibir señal de TV el aparato de la sala. Al día siguiente se fue la electricidad de red para no volver. Teléfonos y ordenadores se convirtieron en chatarra al desaparecer internet y los satélites de comunicaciones.
Pasadas unas pocas semanas comenzaron a escasear los alimentos frescos y el combustible para los generadores portátiles y vehículos.
El país al igual que el resto de naciones comenzó a desintegrarse lentamente al principio, las ciudades se vaciaban poco a poco. Después todo se precipito al sufrir las principales ciudades del mundo un ataque químico sin precedentes. Una riada urbanita diezmada salió en tropel de las ciudades sorteando decenas de miles de vehículos abandonados, averiados, accidentados, incendiados. En plena fuga el adversario atacó con todos sus recursos la red viaria del estado, miles de personas murieron en las cunetas antes de que la totalidad de puentes y viaductos fueran destruidos. Las ondas de radio eran la única forma de comunicación existente a nivel civil. La gente se mataba por conseguir pilas para sus linternas, radios y demás parafernalia.
Los pueblos se llenaron.
Pasadas otras cinco semanas llegó el mal tiempo que predecía un cruel invierno, las emisoras locales de radio dejaron de sintonizarse aquel invierno. No se sabía que pasaba a más de 50 kilómetros con exactitud, por las calles de las poblaciones grandes volaban páginas de prensa impresas hacía casi un año, había llegado el más cruel de los inviernos para la información.
La mortandad por enfermedades tratables antes de la guerra se disparó.
Con la llegada de la primavera sufrieron el postrimero ataque en masa del adversario con todo tipo de aviones adaptados para el bombardeo o ametrallamiento, el objetivo fueron los pueblos abarrotados. La gente se echó al monte y sobrevivía gracias a productos envasados y a las conservas.
Las fuerzas aéreas enfrentadas prácticamente se aniquilaron mutuamente.
Los ataques del enemigo eran cada vez más débiles, ellos recibieron de lo suyo también. Paulatinamente la visión de aviones combatiendo en el aire o de paso fue despareciendo.
Ahora vestía de camuflaje y era parte de una tribu que luchaba a tiros por defender un viejo fuerte militar convertido ahora en núcleo civil con varios médicos y profesores que intentaban rescatar todo lo posible de lo bueno de la civilización.
(El grupo)
De niño jugó con esos aviones en miniatura, trabando épicos combates en las alturas del espacio aéreo de la cocina de su casa. Moscas y demás insectos eran el enemigo.
Años más tarde una de aquellas maquinas con otros colores en las alas, devastó su pueblo costero y a su familia. El jugaba en un monte cercano con sus amigos a las guerrillas, las chicas les siguieron a distancia para espiarles. Eso los salvo.
Todo empezó a ir mal el día que dejó de recibir señal de TV el aparato de la sala. Al día siguiente se fue la electricidad de red para no volver. Teléfonos y ordenadores se convirtieron en chatarra al desaparecer internet y los satélites de comunicaciones.
Pasadas unas pocas semanas comenzaron a escasear los alimentos frescos y el combustible para los generadores portátiles y vehículos.
El país al igual que el resto de naciones comenzó a desintegrarse lentamente al principio, las ciudades se vaciaban poco a poco. Después todo se precipito al sufrir las principales ciudades del mundo un ataque químico sin precedentes. Una riada urbanita diezmada salió en tropel de las ciudades sorteando decenas de miles de vehículos abandonados, averiados, accidentados, incendiados. En plena fuga el adversario atacó con todos sus recursos la red viaria del estado, miles de personas murieron en las cunetas antes de que la totalidad de puentes y viaductos fueran destruidos. Las ondas de radio eran la única forma de comunicación existente a nivel civil. La gente se mataba por conseguir pilas para sus linternas, radios y demás parafernalia.
Los pueblos se llenaron.
Pasadas otras cinco semanas llegó el mal tiempo que predecía un cruel invierno, las emisoras locales de radio dejaron de sintonizarse aquel invierno. No se sabía que pasaba a más de 50 kilómetros con exactitud, por las calles de las poblaciones grandes volaban páginas de prensa impresas hacía casi un año, había llegado el más cruel de los inviernos para la información.
La mortandad por enfermedades tratables antes de la guerra se disparó.
Con la llegada de la primavera sufrieron el postrimero ataque en masa del adversario con todo tipo de aviones adaptados para el bombardeo o ametrallamiento, el objetivo fueron los pueblos abarrotados. La gente se echó al monte y sobrevivía gracias a productos envasados y a las conservas.
Las fuerzas aéreas enfrentadas prácticamente se aniquilaron mutuamente.
Los ataques del enemigo eran cada vez más débiles, ellos recibieron de lo suyo también. Paulatinamente la visión de aviones combatiendo en el aire o de paso fue despareciendo.
Ahora vestía de camuflaje y era parte de una tribu que luchaba a tiros por defender un viejo fuerte militar convertido ahora en núcleo civil con varios médicos y profesores que intentaban rescatar todo lo posible de lo bueno de la civilización.
(El grupo)
Al grupo le unía la adrenalina compartida en sus encuentros con extraños, la sangre derramada en común los fusionó íntegramente, los entrelazo en aquella situación de autentica locura. Todos juntos agotaron sus lágrimas en recuerdo de sus familias.
El más básico instinto de supervivencia y caza los enlazó a todos, forjando un espíritu de pertenencia al clan, que nunca habían experimentado en sus vidas anteriores.
Lo tangible fue sustituyendo a conceptos abstractos como el de país, nación, o patria.
Eran unos 360 en aquel fuerte de finales del siglo IXX, funcionaban en asambleas, teniendo como primer acuerdo la defensa mutua hasta el fin. Fuera de la esfera del clan todos serian tratados como potenciales enemigos, al margen del idioma que hablasen y sin consideraciones por los lazos geográficos de antes de la hecatombe.
La visión de aquel piloto roto bajo el árbol no les conmovió lo más mínimo. Sus familias fueron rotas de igual manera por hombres similares.
La decisión estaba en manos del azar. El joven creyó acertadamente que las heridas del soldado eran letales, no se molestaron en averiguar siquiera la localización exacta de la base gubernamental, el pasado ya no existía, solo les preocupaba su futuro.
Las miradas del grupo se buscaron y decidieron sin mediar palabra el abandono del piloto a su suerte.
El grupo se disolvió en la espesura, los arbustos se movieron mecidos por casi niños armados que vigilaban el segundo perímetro de su nueva casa.
sábado, junio 26, 2010
martes, junio 15, 2010
Desperdiciado
Como pudo ser que cuerpo tan menudo albergara mente tan poderosa.
Como pudo ser que mente tan vigorosa se desperdiciara en las riberas del rio de la vida.
Los lejanos y poderosos señores de la corriente no aprovecharon sus aportaciones
Como pudo ser que corriente tan potente no nutriera sus raíces.
Sus frutos se secaron antes de florecer, sus ramas dejaron de apuntar desafiantes al cielo. Su tronco se encorvó.
Aparentemente yacía inerte en la orilla.
Nadie se percataba de que florecía en su interior con fuerza, alzando sus ramas al astro rey.
Andando el tiempo sus frutos dejaron de exteriorizarse creciendo y madurando en su interior.
Como pudo ser que mente tan vigorosa se desperdiciara en las riberas del rio de la vida.
Los lejanos y poderosos señores de la corriente no aprovecharon sus aportaciones
Como pudo ser que corriente tan potente no nutriera sus raíces.
Sus frutos se secaron antes de florecer, sus ramas dejaron de apuntar desafiantes al cielo. Su tronco se encorvó.
Aparentemente yacía inerte en la orilla.
Nadie se percataba de que florecía en su interior con fuerza, alzando sus ramas al astro rey.
Andando el tiempo sus frutos dejaron de exteriorizarse creciendo y madurando en su interior.
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miércoles, junio 02, 2010
27ª enterga
El lobo Gallego.
Mi mano derecha inicio un lento pero constante ascenso hacía la tapa del ataúd, mis globos oculares casi estallan de la presión. Al mismo tiempo percibía un nuevo olor que se ocultaba tímidamente entre los más fuertes provenientes de la acumulación de flores y de la combustión de la parafina de los cirios. Era el suave y dulzón hedor de la muerte, cebándose en un cuerpo hasta hacía bien poco lleno de vitalidad.
Mi autómata mano asió la tapa y yo desee con toda mi alma que los pestillos del mismo estuvieran cerrados... Pero dadas las circunstancias era pedir en exceso, se hallaban burlonamente descorridos. La negra tapa comenzó ha sufrir un lento he inexorable ascenso.
Mis ojos no podían o no querían apartar la mirada de ella. Me encontraba petrificado de miedo, mi sistema nervioso era un caótico hervidero de mensajes de alarma y de llamadas a la acción.
Y lo único que conseguí hacer para remediar aquella angustia, fue quedarme allí plantado como un vegetal.
Permanecí sin poder apartar la mirada de mi emancipada mano diestra que ya había alzado la tapa hasta la mitad de su recorrido. Me hallaba al borde mismo del colapso total, mi cerebro chirriaba de impotencia prisionero de su propio cuerpo.
Página 38.
Mi mano derecha inicio un lento pero constante ascenso hacía la tapa del ataúd, mis globos oculares casi estallan de la presión. Al mismo tiempo percibía un nuevo olor que se ocultaba tímidamente entre los más fuertes provenientes de la acumulación de flores y de la combustión de la parafina de los cirios. Era el suave y dulzón hedor de la muerte, cebándose en un cuerpo hasta hacía bien poco lleno de vitalidad.
Mi autómata mano asió la tapa y yo desee con toda mi alma que los pestillos del mismo estuvieran cerrados... Pero dadas las circunstancias era pedir en exceso, se hallaban burlonamente descorridos. La negra tapa comenzó ha sufrir un lento he inexorable ascenso.
Mis ojos no podían o no querían apartar la mirada de ella. Me encontraba petrificado de miedo, mi sistema nervioso era un caótico hervidero de mensajes de alarma y de llamadas a la acción.
Y lo único que conseguí hacer para remediar aquella angustia, fue quedarme allí plantado como un vegetal.
Permanecí sin poder apartar la mirada de mi emancipada mano diestra que ya había alzado la tapa hasta la mitad de su recorrido. Me hallaba al borde mismo del colapso total, mi cerebro chirriaba de impotencia prisionero de su propio cuerpo.
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sábado, mayo 15, 2010
26ª ENTREGA
El lobo Gallego.
Desgraciadamente fueron inútiles todos los esfuerzos por mi parte.
A continuación, todas las glándulas sudoripedas de mi angustiado cuerpo comenzaron ha segregar líquidos de una
manera alarmante, en una infructuosa tentativa de mantener estable mi en ascenso temperatura corporal.
Regueros de sudor brotaron de mi epidermis serpenteando en descenso por toda mi piel.
Intente limpiarme la frente del viscoso sudor, no pude. Mis brazos y por extensión mis obedientes manos se negaron ha cumplir mis deseos.
Mis piernas dejaron de andar, mis pies se anclaron en el frío suelo, y yo quede en posición de firmes frente el ataúd y entre los dos primeros cirios azules... ¡Mierda! ¿No eran rojos hace un momento? -Me interrogue acojonado a mí mismo- A mis pies aparecieron dos coronas, cuyas cintas doradas rezaban respectivamente: “Fuisteis tan buenos.” “Jamás os olvidaremos.” ...¡Otra vez Mierda! ¿Porqué pluralizaban aquellas dos putas cintas?
Solo había una caja, he incluso era excesivamente pequeña para dar cobijo a un cuerpo adulto de termino medio.
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Desgraciadamente fueron inútiles todos los esfuerzos por mi parte.
A continuación, todas las glándulas sudoripedas de mi angustiado cuerpo comenzaron ha segregar líquidos de una
manera alarmante, en una infructuosa tentativa de mantener estable mi en ascenso temperatura corporal.
Regueros de sudor brotaron de mi epidermis serpenteando en descenso por toda mi piel.
Intente limpiarme la frente del viscoso sudor, no pude. Mis brazos y por extensión mis obedientes manos se negaron ha cumplir mis deseos.
Mis piernas dejaron de andar, mis pies se anclaron en el frío suelo, y yo quede en posición de firmes frente el ataúd y entre los dos primeros cirios azules... ¡Mierda! ¿No eran rojos hace un momento? -Me interrogue acojonado a mí mismo- A mis pies aparecieron dos coronas, cuyas cintas doradas rezaban respectivamente: “Fuisteis tan buenos.” “Jamás os olvidaremos.” ...¡Otra vez Mierda! ¿Porqué pluralizaban aquellas dos putas cintas?
Solo había una caja, he incluso era excesivamente pequeña para dar cobijo a un cuerpo adulto de termino medio.
Página 38.
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lunes, mayo 10, 2010
25 entrega
El lobo Gallego.
“El sellado ataúd descansaba todo su peso muerto sobre dos robustos caballetes de su mismo color, negro.
No existía presencia humana tangible en la habitación, exceptuándome a mí mismo. La escasa luz que forzaba la densa penumbra, procedía de 4 gruesos cirios rojos situados a la cabecera y a los pies de la caja mortuoria.
Mi sistema olfativo recogía y analizaba una fuerte fragancia procedente de las coronas de flores. Apoyadas en caballetes y repartidas a lo largo de las paredes de la estancia.
En ellas se podían leer en gruesas letras negras enmarcadas de dorado las siguientes inscripciones: “Recuerdo de tu marido, hijos y hermanos.” “Jamás te olvidaremos.” “Te echaremos de menos.”...Y así hasta la pared del fondo.
Lentamente mis ojos fueron leyendo y saltando de cinta en cinta, hasta quedar fijamente clavados en el féretro y en las oscilantes llamas de las velas.
Mis pies comenzaron ha avanzar despacio directamente al encuentro de la negra caja. Ante esta acción involuntaria por parte de mis piernas, grandes cantidades de adrenalina fueron volcadas en mi torrente sanguíneo y comenzaron ha estimular mi organismo, obedeciendo una tajante orden electroquímica de mi cerebro.
No era para menos, mis pies avanzaban con criterio propio, sin tener en cuenta para nada, mis fuertes deseos de salir corriendo.
Lo intente... miles de veces.
“El sellado ataúd descansaba todo su peso muerto sobre dos robustos caballetes de su mismo color, negro.
No existía presencia humana tangible en la habitación, exceptuándome a mí mismo. La escasa luz que forzaba la densa penumbra, procedía de 4 gruesos cirios rojos situados a la cabecera y a los pies de la caja mortuoria.
Mi sistema olfativo recogía y analizaba una fuerte fragancia procedente de las coronas de flores. Apoyadas en caballetes y repartidas a lo largo de las paredes de la estancia.
En ellas se podían leer en gruesas letras negras enmarcadas de dorado las siguientes inscripciones: “Recuerdo de tu marido, hijos y hermanos.” “Jamás te olvidaremos.” “Te echaremos de menos.”...Y así hasta la pared del fondo.
Lentamente mis ojos fueron leyendo y saltando de cinta en cinta, hasta quedar fijamente clavados en el féretro y en las oscilantes llamas de las velas.
Mis pies comenzaron ha avanzar despacio directamente al encuentro de la negra caja. Ante esta acción involuntaria por parte de mis piernas, grandes cantidades de adrenalina fueron volcadas en mi torrente sanguíneo y comenzaron ha estimular mi organismo, obedeciendo una tajante orden electroquímica de mi cerebro.
No era para menos, mis pies avanzaban con criterio propio, sin tener en cuenta para nada, mis fuertes deseos de salir corriendo.
Lo intente... miles de veces.
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viernes, mayo 07, 2010
24 entrega
El lobo Gallego.
- No soy juez, ni pretendo serlo. Pero en síntesis te diré, que a partir de ahora no existe para mí.
- Ya... eso quisiera yo, -bostezó Carlos- que no existiera.
“Sin apenas percibirlo y poco a poco, nos fuimos sumiendo en las envolventes tinieblas de la inconsciencia. Creo recordar difusa y subliminalmente, que el expreso efectuó varias paradas un tanto prolongadas y que la maldita puerta se abrió y se cerró media docena de veces por lo menos.
A esas alturas de la noche me situaba en una especie de hibernación semi-inconsciente, plagadísima de despiadadas y nutridas pesadillas, que me arrastraban repetidas veces del mundo de los sueños. Haciendo coincidir mis breves vigilias, unas veces con la parada del mas que ruidoso tren en una mas que iluminada estación. Otras con el abrir y cerrar de la puerta corredera del puto compartimiento, y otras veces con la aceleración o desaceleración de aquel maldito tren. Lo último que
recuerdo antes de caer total he incondicionalmente a los pies del cansancio, era la voz de Carlos hablando en
sueños, decía algo así como: Puta cocaína... Dejadme en paz... ¿Qué ha hecho él? ... ¡Os vais ha acordar de esta!
Y aquel puto tren siguió avanzando en la oscura y fría noche de aquel ya 24 de Diciembre de 1987.”
- No soy juez, ni pretendo serlo. Pero en síntesis te diré, que a partir de ahora no existe para mí.
- Ya... eso quisiera yo, -bostezó Carlos- que no existiera.
“Sin apenas percibirlo y poco a poco, nos fuimos sumiendo en las envolventes tinieblas de la inconsciencia. Creo recordar difusa y subliminalmente, que el expreso efectuó varias paradas un tanto prolongadas y que la maldita puerta se abrió y se cerró media docena de veces por lo menos.
A esas alturas de la noche me situaba en una especie de hibernación semi-inconsciente, plagadísima de despiadadas y nutridas pesadillas, que me arrastraban repetidas veces del mundo de los sueños. Haciendo coincidir mis breves vigilias, unas veces con la parada del mas que ruidoso tren en una mas que iluminada estación. Otras con el abrir y cerrar de la puerta corredera del puto compartimiento, y otras veces con la aceleración o desaceleración de aquel maldito tren. Lo último que
recuerdo antes de caer total he incondicionalmente a los pies del cansancio, era la voz de Carlos hablando en
sueños, decía algo así como: Puta cocaína... Dejadme en paz... ¿Qué ha hecho él? ... ¡Os vais ha acordar de esta!
Y aquel puto tren siguió avanzando en la oscura y fría noche de aquel ya 24 de Diciembre de 1987.”
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jueves, abril 29, 2010
23ª entrega El lobo Gallego.
El día 2 de abril de 1954, el buque griego “Semiramis” desembarcaba en el puerto de Barcelona a 291 expedicionarios sobrevivientes de los duros campos de trabajo de Stalin.
Entre ellos se encontraba Tío Juan...
Página 37.
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miércoles, abril 28, 2010
22ª entrega "El lobo gallego"
El lobo Gallego.
“División que combatiría en el frente mas duro y decisivo de la II guerra mundial, el frente ruso.
El fue uno de los 641 oficiales que componían los cuadros de mando de aquellos 18.693 expedicionarios, que se integrarían finalmente en el ejercito alemán.”
... ¿Que perdió nuestro tío en el frente ruso? No lo sé. Puede que el depredador necesitara cazar sin la amenaza de responsabilidades legales con la justicia, una guerra es perfecta para estos menesteres.
Por no perder, no perdió por desgracia ni la vida. Cuando todas las leyes de las probabilidades apuntaban a que era muy factible que lo hiciera.
Combatió en el sitio de Leningrado hasta febrero de 1943, mes en que la división azul sufrió una fuerte envestida por parte del ejercito rojo, en el sector del lago Ladoga. Esta dura ofensiva del ejercito soviético le costaría a la división azul muchas bajas, entre muertos, heridos y desaparecidos. Entre los heridos se encontraba nuestro facha Tío.
Se pasó más de tres meses en un hospital de campaña dada la imposibilidad de trasladar a los heridos a retaguardia con un mínimo de seguridad.
Al termino de tres meses de dolorosa convalecencia, cabezona y fanáticamente volvió ha combatir en el cerco de esa gran urbe que era Leningrado, para sufrir meses más tarde en sus propias carnes la gran contra-ofensiva del duro invierno de 1943-44, en la que fue nuevamente herido de levedad y hecho prisionero.
Así dio comienzo su muy particular calvario, en el cual se fue forjando su cruel personalidad en la base de su ser, ya maligno por naturaleza.
Fueron más de diez años de deambular de campo de prisioneros a campo de trabajo, alejándose cada vez más de occidente.
El pago justamente de esta manera, todo el daño y toda la destrucción que contribuyo ha realizar en el este europeo...
Página 36.
“División que combatiría en el frente mas duro y decisivo de la II guerra mundial, el frente ruso.
El fue uno de los 641 oficiales que componían los cuadros de mando de aquellos 18.693 expedicionarios, que se integrarían finalmente en el ejercito alemán.”
... ¿Que perdió nuestro tío en el frente ruso? No lo sé. Puede que el depredador necesitara cazar sin la amenaza de responsabilidades legales con la justicia, una guerra es perfecta para estos menesteres.
Por no perder, no perdió por desgracia ni la vida. Cuando todas las leyes de las probabilidades apuntaban a que era muy factible que lo hiciera.
Combatió en el sitio de Leningrado hasta febrero de 1943, mes en que la división azul sufrió una fuerte envestida por parte del ejercito rojo, en el sector del lago Ladoga. Esta dura ofensiva del ejercito soviético le costaría a la división azul muchas bajas, entre muertos, heridos y desaparecidos. Entre los heridos se encontraba nuestro facha Tío.
Se pasó más de tres meses en un hospital de campaña dada la imposibilidad de trasladar a los heridos a retaguardia con un mínimo de seguridad.
Al termino de tres meses de dolorosa convalecencia, cabezona y fanáticamente volvió ha combatir en el cerco de esa gran urbe que era Leningrado, para sufrir meses más tarde en sus propias carnes la gran contra-ofensiva del duro invierno de 1943-44, en la que fue nuevamente herido de levedad y hecho prisionero.
Así dio comienzo su muy particular calvario, en el cual se fue forjando su cruel personalidad en la base de su ser, ya maligno por naturaleza.
Fueron más de diez años de deambular de campo de prisioneros a campo de trabajo, alejándose cada vez más de occidente.
El pago justamente de esta manera, todo el daño y toda la destrucción que contribuyo ha realizar en el este europeo...
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